Autoestima

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La autoestima se va formando en los primeros pasos de iniciación a la danza. Foto: Genika

Incluir aspectos psicológicos y emocionales en la formación de un bailarín, ofrecería un aporte importantísimo, que podría dar comienzo a un cambio de paradigma para fortalecer y flexibilizar no solamente su cuerpo, sino también su personalidad

 

Habitualmente los profesores de danza recomiendan a sus alumnos consultar con diferentes profesionales de la salud, para obtener asesoramiento en áreas que tienen que ver exclusivamente con el cuerpo (traumatología, kinesiología o nutrición), pero no suele recomendarse alimentar su autoestima y fortalecer su aspecto psicológico.

La formación de los bailarines requiere compromiso y sacrificio para poder sostener durante varios años la rutina de las clases, los ensayos, las muestras y espectáculos. Es la pasión por la danza, la que mueve al bailarín hacia la búsqueda de la excelencia en su desarrollo y en su carrera profesional.

 

Autoestima

Para comprender mejor la autoestima en el mundo de la danza, se listan algunos interrogantes: ¿Cómo se va desarrollando la personalidad y la autoestima de los bailarines durante su formación? ¿Qué se jerarquiza en ese período (el talento, la técnica o la delgadez)? ¿Se motiva a los bailarines? ¿Cómo se puede alimentar (motivar) su autoestima?

¿Cómo influye en su formación, la presión que se tiene sobre los ideales (en algunos casos de perfección)? ¿Cómo interviene la exigencia de tener un cuerpo delgado para la danza, en niños, adolescentes y adultos? ¿Cómo hacen los infantes para soportar las diferencias que se acentuarán en aquellos naturalmente delgados y otros de peso normal?

¿Cómo puede un niño o adolescente, cargar con el deseo de sus padres para llegar a ser el mejor?

 

La autoestima se va formando en los primeros pasos de iniciación a la danza, en la mirada de los maestros y en la mirada de los padres. Esas miradas y palabras, que se enuncian a lo largo de las clases, pueden ser de sostén, acompañamiento, confort, reconocimiento o aprobación (teniendo en cuenta dificultades, limitaciones y habilidades); o pueden ser de desaprobación, de permanentes comparaciones con sus compañeros más expresivos, más elongados, más delgados, más…

Algunos docentes parecen descargar en sus alumnos sus propias frustraciones, y atacan (y juzgan) más que incentivar para construir y desarrollar el talento, la personalidad y la potencia. De esta manera destruyen la autoestima de estudiantes, muchos de los cuales dejan la carrera, no por falta de talento o entusiasmo, sino porque por razones personales e históricas no pueden lidiar con esa presión, ni con frases descalificatorias o denigrantes.

Es realmente lamentable que bailarines talentosos dejen sus carreras por no haber tenido una orientación psicológica que les permitiera atravesar la adversidad (críticas devastadoras, la competencia desleal, la burla o el bulling). Aquellos con baja autoestima difícilmente podrán tolerar y metabolizar las heridas que provocan dichas situaciones.

 

¿Qué es la autoestima?

Luis Hornstein, especialista en el tema, refiere: “Autoestima comprende la calidad de lo propio (auto). Estimar (aestimare) remite por un lado a apreciar, valorar, reconocer el mérito, remite al afecto, es la conciencia de sí, lo que llamamos sentimiento de sí mismo. Y por otro lado, remite a discernimiento y al juicio: creer, juzgar, evaluar, es la vivencia del propio valor, respecto a un sistema de ideales”.

Entonces, en qué medida, la conciencia del valor del mérito que siente un bailarín por sí mismo, se ve afectado por el sistema de ideales propuesto por el docente o la obra a desempeñar. Cuando ese ideal se torna una meta posible, que es acompañada y estimulada en el esfuerzo físico y emocional para alcanzar la excelencia, el logro aumentará la autoestima. Por el contrario, cuando el bailarín considera que ese ideal es de perfección, sin posibilidad de error, la lógica sólo da lugar a lo perfecto (el bailarín lo interpreta como que vale) o imperfecto (no vale nada, no sirve, es un fracaso). Las desvalorizaciones acentuarán este sentimiento: a mayor ideal de perfección, menor tolerancia a la frustración y mayor vulnerabilidad emocional.

Esta vulnerabilidad emocional hará que cada dificultad, que cada error, genere decepción y una pérdida de valoración propia que podría conducir a trastornos psicológicos (consumo de drogas, depresión, bulimia o anorexia).

 

La formación de los bailarines requiere excelencia. Pero la búsqueda de la excelencia no es la búsqueda de lo perfecto: la excelencia tolera el error. Justamente el error y las dificultades se convierten en desafíos. Cada paso, cada logro, va fortaleciendo la autoestima, tolerando frustraciones, sabiendo esperar el momento y perseverando hasta lograr la meta anhelada. Estas metas, plantean el éxito como la sumatoria de fracasos, y alcanzarlo, no es más que el comienzo de otro desafío.

 

Luis Hornstein lo plantea muy claramente: “La autoestima es una experiencia íntima: es lo que pienso y lo que siento sobre mí mismo, no lo que piensa o siente alguna otra persona acerca de mí.

  • Mi familia, mi pareja y mis amigos pueden amarme y aun así, cabe la posibilidad de que yo no me ame.
  • Puedo ganar honores y aun así, sentir que no he conseguido nada.

Una baja autoestima vulnera nuestra resistencia ante los problemas de la vida”

 

El éxito en el bailarín es una búsqueda de auto-superación para la cual debe estar preparado. Sin sentirse un impostor en caso de baja autoestima, ni sentir que es el ideal, superior a todos. En palabras de Hornstein:

  • Conseguir el éxito sin lograr una autoestima consolidada o equilibrada, es sentirse como un impostor, y sufrir esperando que la verdad salga a la luz
  • Considerar la autoestima como necesidad básica, es reconocer que actúa como el sistema inmunológico del psiquismo, proporcionándonos resistencia, fortaleza y capacidad de recuperación

 

Por esto es recomendable el acompañamiento psicológico en escuelas y compañías de danza. En algunos casos, y para ciertas personas, la carrera de danza puede ser una oportunidad para reparar historias de sufrimiento o abusos. Es una formación muy larga, donde se despliegan la disciplina, las pasiones, el amor y la vocación, lo que permite consolidar la identidad y reparar la historia personal.

La danza es un valiosísimo recurso para lograr bienestar físico, emocional y espiritual. Orientada como recurso terapéutico (danza movimiento terapia o danza terapia), ha colaborado en la recuperación de muchas enfermedades.

 

Para finalizar, palabras de Sócrates: “La música y el baile son dos artes que se complementan y forman la belleza y la fuerza, que son la base de la felicidad”

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María Teresa Panzitta
Psicóloga del servicio de Psicopatología y Trastornos Alimentarios del Hospital Durand. Profesora de danzas clásicas y españolas. Danzaterapeuta. He generado dispositivos terapéuticos para el abordaje de los trastornos de la imagen corporal, experiencia corporal, conducta alimentaria. Coordinadora del post Grado de Aspectos Psicológicos de la obesidad y trastornos alimentarios. Coordinadora del Congreso de Aspectos Psicológicos de la obesidad.