La Danza sin Mí

0
301
El Tiempo sin Mí este mes en el Teatro del Abasto Foto . Pablo Stubrin

Guillermo Hermida es autor y director. No baila ni es coreógrafo, pero a través de sus obras ha ido construyendo una dramaturgia con sello propio en la que la danza es siempre fundamental a la construcción del relato. Los sábados de septiembre se podrá ver El Tiempo sin Mí en el Teatro del Abasto, y su creador conversó con Balletin Dance

 

“Empecé actuando y en algún momento descubrí que ese camino estaba ligado a situaciones de exposición que no me gustaban. Ahí empecé a escribir y dirigir, y en estas dos actividades, junto a la docencia, me sentí infinitamente más cómodo. Empecé a escribir para televisión hace 12 años, eso me dio muchísimo entrenamiento y sobre todo seguridad para abordar cosas que realmente me interesaban para teatro”.

 

¿Y su historia con la danza?

A muy temprana edad me daba curiosidad todo lo que estaba ligado a la danza -que yo llamaba el baile-. Después tomé distancia y cuando empecé a escribir, volví a tener un registro más consciente de cuánto me interesaba ese universo. Siempre sentí una profunda admiración por bailarines y coreógrafos. Yo no sé bailar pero la danza me interesa, me inquieta, me conmueve… es más, fantaseando con algo que me gustaría ser si no fuera lo que soy, creo que sería un bailarín.

 

En todas sus obras hay una intervención en clave de danza ¿Qué es aquello que necesita ser contado desde otro lenguaje?

Hay ideas o conceptos que no puedo traducir de manera satisfactoria a través de la palabra. Para determinadas cuestiones no me alcanza, o me es imprecisa, insuficiente, o es demasiado tajante y determinante; para las que existe algún tipo de traducción en forma de coreo o de cuadro musical. Estoy convencido de que en mi lenguaje es así, a través de las coreografías revelo de manera única algo de lo que atraviesa o siente tal o cual personaje, y son parte del relato. Por suerte he trabajado con coreógrafos que tuvieron una comprensión profunda de lo que yo quería manifestar en relación a cada historia.

 

¿Bailarines o actores?

Hermida ha convocado bailarines para El Público me Adora y La Mujer del Don siguiendo los lineamientos de la trama, “pero en general me interesa investigar sobre la condición del actor como intérprete, que sea una herramienta disponible a cualquier asunto que tenga que ver con el hecho teatral: desde enchufar una lámpara hasta bailar una coreografía; estar presente en el escenario, en la ficción”.

 

¿Cómo reciben los actores la propuesta de incluir danza dentro de su propia performance?

En general tienen cierto reparo. Pero cuando los actores entienden por qué yo recurro al cuadro coreográfico, lo pasan bárbaro, rompen con su propio prejuicio (de que si hay algo bailado en una obra de texto es menos seria) y comprenden que es bueno para sus personajes, para contar otra cosa de ellos. En lo creativo uno debería estar dispuesto a que todos los márgenes se vuelvan más difusos y en ese sentido, creo que las generaciones siguientes están más disponibles, comprenden mejor que todo está mezclado.

 

El Tiempo sin Mí es el segundo proyecto de graduación que Guillermo Hermida ha escrito y dirigido para estudiantes de la carrea artes dramáticas de la Universidad Nacional de las Artes (UNA). El primero fue Noche de Luna en Escorpio, que resultó en un suceso que trascendió el marco estudiantil, llenando sala en todas las funciones y convocando el interés de críticos y periodistas. En esta nueva propuesta el docente ocupa también el rol de coreógrafo, por cuestiones económicas la posibilidad de llamar a un coreógrafo y pagarle lo mínimo que debería cobrar por su trabajo, era inviable”, y también para investigar en el ámbito no profesional, “cómo podía resolver cuestiones coreográficas”, que desde el inicio se planificaron “súper simples”.

 

¿Cómo llama al género que trabaja?

No creo que pertenezca a ningún género, creo que decididamente tiene un sello personal. Quienes conocen mi trabajo y vienen a ver mis obras, saben que se van a encontrar con una serie de cuestiones que conforman un lenguaje muy mío. De algún modo es algo muy halagador y que a la vez me trasciende, tiene que ver con lo que soy.

 

¿Se puede pensar en una dramaturgia para la danza?

Para mi cualquier manifiesto artístico comunica algo y eso es inherente al arte, es una regla. Hay alguien que hace algo y otro que lo recibe: eso es comunicación. No importa cuán consciente de esto sea el coreógrafo o el director. Eso lo asocio con dramaturgia. Seguramente la danza tiene códigos diferentes al teatro, otras herramientas, pero hay dramaturgia en la danza.

 

¿Qué le interesa como espectador?

De todo, desde una versión de una obra de Moliere hasta cualquier obra de danza de la que no tengo ninguna información. Voy “bienintencionadamente”, con ganas de que me guste y de pasar un buen rato. Eso es una suerte, porque si yo no hubiese sentido esa curiosidad por la danza, sería un mundo sin ningún tipo de nexo conmigo.

Artículo anteriorLa Oscuridad de la Revolución
Artículo siguienteBallet Estable del Teatro Argentino de La Plata
Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.