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El número de personas que bailan, crecerá en la Argentina. Bailar será, cada vez más, una alternativa al gimnasio. Para las niñas en particular, será una opción de tiempo libre junto al hockey o al fútbol femenino.
A contrapelo del achique que las familias de clase media realizan en otras áreas de la actividad económica, los y las argentinas optarán por seguir bailando.
Así lo indica un estudio para el que Balletin Dance contrató a investigadores académicos, con motivo de los 24 años desde su creación. Más que recordar los logros desde el primer número impreso en abril de 1994, decidimos iluminar el futuro con datos.
Para escudriñar el nuevo ecosistema cultural, los analistas usaron las curvas que dibuja la herramienta de “big data” de google. El motor de búsquedas de Internet recibe las incógnitas, anhelos y consultas de todos los ciber-ciudadanos. “La data no miente”, explican.
Y la conclusión es que se viene un ciclo de crecimiento en “usuarios” y “consumidores” potenciales de bienes y servicios que ofrecen maestros, instituciones, productores de espectáculos.
Este vaticinio es una oportunidad para el que sepa aprovecharla.
Hay una variación cualitativa en el nuevo escenario que responde a la dinámica de lo efímero en el presente.
“Google trends” constata un crecimiento en el interés en la danza en los últimos cinco años. Pero también indica que esta tendencia se inserta en la cola de un retroceso histórico de la participación de la danza académica en ese universo. Para ponerlo en una analogía brutal, zumba mata a ballet.
La disipación de la generación de bailarines-celebrities de los noventas, Julio Bocca, Eleonora Cassano y Maximiliano Guerra, es causa, en parte, de esta mutación en la valoración de la danza clásica. La siguiente generación de estrellas, Paloma Herrera, Herman Cornejo, Iñaki Urlezaga… condujo sus carreras a mayor distancia del big brother.
Y así llegamos al presente. Las nuevas multitudes tienen consumos culturales más volátiles, dicen los analistas. A pesar de esto, las disciplinas corporales estarían ingresando en un ciclo de crecimiento cuya duración es difícil de anticipar. Una chance real para que el ballet clásico recupere terreno.
El cambio en la sociedad lleva el signo de las redes de comunicación que permean toda la vida. Los nuevos tiempos requieren entender cómo llegar a los interesados directos en el mercado de la danza.
La conclusión del estudio de nuevas tendencias es que “lo que no crece, se achica. Lo que se estanca, muere y se pudre”.
Por eso Balletin Dance no mira para atrás en este aniversario. Incorpora las herramientas más modernas para conocer y conectar a todos los interesados en la red que construyó a lo largo de 24 años sostenidos de existencia. Para expandir todos los géneros de la danza y recuperar la cultura del ballet académico.