“Ohhhh” exclama el público ante el ingreso de un elefante mecánico en escena. Y “ohhh” nuevamente cuando un genio fantasmal sorprende incluso más que otro. La versión infantil de Las Mil y Una Noches en el Centro Cultural 25 de Mayo, construye magia con recursos teatrales puros
La pieza tiene su historia. Está basada en la conocida recopilación de cuentos árabes, que fue furor en la Europa del siglo XVIII. Aladino, Simbad y el elefante mecánico, sostenidos por la historia central de Sheherezade, la muchacha que cuenta cuentos a fin de no ser decapitada.
La compañía Libertablas, que cumple este año cuatro décadas, lo estrenó en 1998 en el Teatro Nacional Cervantes. La eficacia de los directores Luis Rivera López y Gustavo Manzanal, reposa sobre el expertise de sus artistas multifacéticos que cantan, bailan, accionan títeres, dominan la técnica de teatro negro y sombras chinescas.
El guion inteligente y complejo de llevar a escena, es muy bien traducido en acciones. Los niños entran con facilidad en el juego de lógicas ficcionales en varios planos sucesivos, tiempos y personajes diversos interpretados por los mismos actores.
La obra comienza en el mundo cotidiano. Un geniecillo escapado de las páginas de un libro va a introducir al protagonista en la historia troncal, la de Sheherezade (Marina Svartzman) y su ingeniosa manera de convencer al rey de Persia (Mathias Carnaghi) de que no está bien matar mujeres.
Este punto será la moraleja y remate de la historia en sintonía con el reclamo social del #NiUnaMenos, celebrado por el público cuando los personajes y hasta los técnicos titiriteros se rebelan contra la condena a muerte.
Svartzman destaca como coreógrafa y Alejandro Mateo se lleva todos los galardones por su diseño de títeres y por el vestuario deslumbrante al extremo de la perfección.
Resto de la compañía: Diego Ferrari, Jorge Sánchez, Julieta Rivera López, Mimí Rodríguez, Mónica Felippa, Juan Castillo. Música: Daniel García.