Lo que la Danza Festeja

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I am Beautiful, inspirada en Rodin, con material kinético de calidad. Foto: Diego Astarita

Del 9 al 17 de octubre, Buenos Aires celebró el 10º Festival de Danza Contemporánea. Con un notable crecimiento respecto de la edición anterior, y nuevamente bajo la dirección artística de Roxana Grinstein, la comunidad de la danza dejó en claro que en esta ciudad, los artistas se mueven

 

Tan variado como inabarcable, el festival organizado por el gobierno porteño, se dividió en distintos ejes que incluían exhibición de obras, intervenciones, charlas, conferencias performáticas y cursos, en articulación con las citadinas entidades Festival Internacional de Teatro y Danza de Buenos Aires (FIBA) y el Instituto Prodanza. El evento se repartió en 29 sedes, proponiendo circuitos para aprovecharlo, pero exigiendo la elección entre opciones simultáneas a través de la no del todo efectiva página web. Entre muchas experiencias posibles, Balletin Dance comparte aquí su recorrido.

Frente a una audiencia mayormente joven en el Centro Cultural de la Cooperación, era difícil imaginar el impacto de la obra de Oscar Araiz: Cabalgata, más próxima al moderno que al contemporáneo. Memorias en Movimiento fue uno de los ejes principales de esta edición, que comenzó con un homenaje a Noemí Lapzeson, e incluía una revisión del trabajo de Margarita Bali en Nucleodanza, Ana Kamien y María Fux, entre otros. Si bien puede pensarse a Araiz como pieza fundamental de la historia de la danza en este país, su obra se programó entre las Producciones Seleccionadas. A través de 12 bailarines, de los que destacó el excelente cuerpo femenino, el coreógrafo fue ganándose al público con humor, una entrañable selección musical y un trabajo fundamentalmente coreográfico, demostrando que experiencia y talento, vencen sin inconveniente cualquier moda.

En la misma sección se presentaron una treintena de obras, cinco de las cuales eran estrenos. Si bien resultó democrático ofrecer funciones gratuitas de obras en cartel, se agradeció sobretodo la inclusión de piezas como Mi Fiesta de Mayra Bonard, Acróstico de Diego Rosental y Rastros de Ana Armas, que el espectador ya no tenía oportunidad de ver por fuera del festival.

Siempre codiciadas, se ofrecieron cinco producciones Internacionales, dos de las cuales correspondían a argentinos residentes en el exterior: Je te Haime de Candelaria Antelo y Unforgettable de Fernanda Ortiz. En horario central, la noche previa al feriado del lunes 15, fue ovacionada en el Teatro Coliseo I am Beautiful de la Compagnia Zappalá Danza. Con una puesta en escena simple pero imponente, que aprovechaba los distintos planos de altura y una iluminación exquisita, los italianos presentaron una obra inspirada en el trabajo escultórico de Auguste Rodin, con cinco músicos en vivo y un material kinético de calidad. Radicalmente adverso, el francés David Wampach dio a conocer Endo, en dos funciones a sala llena en el Centro Cultural General San Martín. La pieza de influencia performática, cautivó a varios desilusionando a muchos otros, en una producción que destacó por la idea que traslucía, más que por su factura concreta. Con gran sentido de la oportunidad y buen uso de la cercanía y fugacidad, el público que esperaba ingresar a la sala en la función del jueves 11, presenció Bolero Take Away de Grisel Albóniga e interpretada por el creciente Pablo Bidegain, como parte de las Miniaturas Portátiles, pequeñas piezas de aparición sorpresiva.

Cocina de la Danza se propuso como una sección que permitiera al espectador adentrarse en el celoso mundo de los procesos creativos. Se presentaron nueve trabajos que no revelaban necesariamente la construcción de obras futuras, sino experiencias en sí mismas. En el imponente auditorio de la remota Usina del Arte, Laura Falcoff, ofreció con síntesis y claridad una muestra de su propio modus operandi, en lo que llamó El Sinuoso Camino de la Forma al Contenido.

Hubo workshops con artistas como La Ribot y Mathilde Monnier, Mauricio Kartun, Zypse y Guillermo Angelelli, despertando especial interés las clases del método Gaga desarrollado por el Israelí Ohad Naharin, e impartidas aquí por Guy Shomroni. Además, se llevaron a cabo breves residencias que proponían cruces entre danza, filosofía, arquitectura y música, entre otros.

Definitivamente, es una alegría que en Buenos Aires se procure poner la danza en un lugar protagónico. Lamentablemente, sigue quedando en evidencia cierto rasgo endogámico que desemboca en una pregunta que correspondería responder entre todos: cómo tornar un festival que, a sus efectos, se puede sintetizar en “la gente de la danza, celebra a la gente de la danza”, en algo más parecido a “la danza provoca curiosidad y el interés de la ciudad”.

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Gustavo Friedenberg
Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.