Danza en todos sus estados. Danza alucinante. E inverosímil también. En el escenario, en la calle, hibridada finamente con la moda de las cholas bolivianas, pero también danza contemporánea, danza-teatro e ironías
Los bolivianos bailan. Otros pueblos cantan. Para Bolivia la expresión popular, en diálogo presente con su mitología ancestral, pasa por los pies.
Así quedó demostrado en el encuentro internacional MICC 3600 de fines de octubre que expuso una porción de este rico abanico de expresiones de la danza (y del teatro, música popular, games y moda) ante un selecto conjunto de capitanes internacionales de la industria cultural.
La red de programadores de festivales de danza se dio cita en La Paz para compartir experiencias y para discutirlo todo. En las ruedas de vinculación, y también en almuerzos y cenas, empresarios chilenos que impulsaron la ley de teatro y de danza desde el activismo entusiasmaron a sus homólogos paraguayos. Los brasileros inyectaron indignación política y resistencia. Programadores y funcionarios de varias provincias argentinas cerraron acuerdos con artistas, intercambiaron experiencias y se llevaron consejos valiosos.
La Bolivia real es una experiencia que arrasa estereotipos. Está recargada de futuro.
La Paz, a 3600 metros sobre el nivel del mar, es uno de los emblemas de la nueva era. Un tiempo de expansión económica y de autoafirmación cultural.
Pero, vamos por partes.
Balletin Dance participó en una mesa sobre periodismo cultural y también cubrió la intensa actividad del MICC 3600 por invitación del alcalde Luis Revilla Herrero y su secretario de Culturas, Darío Zaratti Chevarría.
En esta primera edición, el MICC se caracterizó por la pulcritud logística y atención personalizada a los invitados internacionales. En la organización residió la clave para consolidar redes entre las esferas del teatro, la danza, la moda, la música, el audiovisual y los videogames.
Audiovisual
El mercado se centró en las vías alternativas de financiamiento de producciones y en la cartografía de festivales y recursos disponibles en América Latina (en particular en Colombia, a través de la agencia pública Pro Imágenes). Por la Argentina, Gabriel Giandinoto presentó un estudio estadístico regional inédito realizado entre el INCAA argentino y el mercado de Cannes, Francia.
En este contexto se presentó el corto rodado en Panamá, La Danza de los Diablicos Sucios sobre la danza de diablos más antigua en Latinoamérica que supone un “especial asecho a las almas puras durante su representación”. Ver aquí: https://vimeo.com/129296136.
Danza + Teatro
Proyecto Border. La compañía de danza paceña se presentó en el segmento de teatro con una pieza que no dejó títere con cabeza. No se salvaron los clichés de la danza contemporánea, ni los estereotipos de un impostado “pluriculturalismo”, ni las instituciones oficiales. Con finísima ironía y un lenguaje corporal inserto en tres cuerpos muy bien aprovechados, presentaron una pieza cargada de humor inteligente. La obra Escribiendo, fue un aporte original interpretada por el director de la compañía, Juan Carlos Arévalo, la coreógrafa Elena Filomeno, y el actor Bernardo Rosado. El trio juega con símbolos del absurdo, incluida referencia a Samuel Beckett y a su Godot, para mofarse del presente (boliviano y mundial).
Mención destacada a 155 y Contando de Diego Aramburo, un monólogo descollante en el que Batman (si, Batman) reflexiona sobre el amor y la rutina cotidiana.
En otro extremo, se presentó un abanico de expresiones folklóricas. Siempre es difícil la tarea de transcripción de los usos y costumbres populares de la vida cotidiana a la escena teatral. Requiere una labor importante de armonización entre lenguajes.
Dicho de otra forma, la experiencia fascinante de la danza folklórica como parte viva de la cotidianeidad se resiste a ser exportada al formato escénico (por lo menos en los ejemplos mostrados en el MICC 3600). La precisión, el lujo de los vestuarios, la coordinación de importante cantidad de bailarines y el goce de las danza folklóricas en la calle, pierde eficacia cuando es trasladado mecánicamente al formato teatral.
Un ensayo exitoso en este sentido es la experiencia del elenco Kory Warmis. Dirigido por Erika Andia, está conformado por mujeres aimaras. En el MICC mostraron Deja Vu, el Corazón También Recuerda. Las actrices comparten relatos de violencia doméstica, desde una reflexión fundamentalmente teatral, con juegos de humor que pasan del artificio picaresco a lo filoso y de ahí sin escalas a la tragedia.
Muy atractiva fue la noche en Equinoccio, el templo del rock en La Paz. Grupos de rock indie, jazz y el extraordinario violinista Gustavo Orihuela cerraron tres días de intensa actividad. Pero antes de regresar a casa, los locales saltaron a la pista para bailar ritmos folklóricos aggiornados, incluido el tinku, colorido baile que simula una pelea tribal.
Desfile de cholas y damas de pollera
El cierre del MICC 3600 fue un sorprendente desfile de modas de alta costura para cholas, o damas de pollera.
Con creaciones que son exhibidas en pasarelas de Europa y Estados Unidos, el desfile subrayó el valor de autoridad de la mujer en tradiciones que hunden sus raíces en la historia centenaria de Bolivia. Con toques alucinantes, destaca en estos eventos el paso de las cholas, que se desplazan en la pasarela meniendo ligeramente las caderas, poniendo en valor los ampulosos vestidos, joyería del altiplano y sombreros bombín de precios astronómicos.
La ciudad La Paz logró su cometido. Puso a la cultura paceña en el circuito de festivales, mercados internacionales. Con vientos políticos favorables, seguramente este será el primer capítulo de una nueva proyección de cultura boliviana al resto del continente.