Feliz Fin de Año

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Casa Tomada, inmigrantes en Argentina. Foto: Alejandro Carmona

Realmente fue muy lindo terminar el 2018 habiendo podido disfrutar de tres espectáculos distintos y con gran trabajo desde lo coreográfico, lo musical y la puesta en escena

 

El primero fue Puentienvi (puente en el tiempo, invisible) de la Compañía Danzas Hechas Tierra que se desprende del trabajo de los Talleres Coreográficos para Mujeres que dirige Candelaria Torres, bailarina del Ballet Folklórico Nacional y licenciada en Folklore de la Universidad Nacional de las Artes. Ella explicó a Balletin Dance, que la finalidad de este trabajo, es la de revalorizar, realizar e investigar las capacidades físicas e interpretativas, específicas de la mujer, dentro de la danza folklórica.

El grupo está formado por Priscila López, Ayelén Stelzer, Micaela del Río, Fernanda Romero Alancay y Cecilia Gómez. La edición musical, creación de textos, diseño de vestuario, coreografía y dirección es de Candelaria Torres, de buena calidad y con mucha búsqueda evidente.

La propuesta resultó por demás valorable, sabiendo lo difícil que es hacer un espectáculo solamente con cinco mujeres, sin baches durante cuarenta y cinco minutos. Son excelentes bailarinas, que fueron recorriendo, el flamenco, la chacarera, rancheras, cueca cuyana (la única que desentonó por su argumento, con la intención de revalorizar a la mujer), zamba, vals y bailecito, dándole a cada ritmo la intención acorde.

Por otro lado, Casa Tomada. ¡Qué título para un espectáculo folklórico! El Grupo Ancestral de Manuel Labarraz lo mostró en el Teatro La Mueca. Sus trabajos resultan ser siempre distintos y de muy buenos resultados y en este caso, cuando uno cree que está todo inventado en el arte, recuerda que por suerte no es así, siempre está la imaginación del creador para descubrir nuevas cosas. Labarraz es uno de esos coreógrafos en permanente búsqueda de la innovación sin perder la esencia de lo folklórico.

En Casa Tomada, todo ocurre en el patio de una suerte de conventillo de la Boca años atrás, donde convivían parejas de distintas provincias, que al encontrarse recordaban sus lugares originarios, motivándolos a bailar alguna danza de su región. El coreógrafo lo resume así: “Las raíces de los árboles milenarios rompen las baldosas demorando las caminatas nocturnas de esa fracción de la vereda… salen cruzando la enorme puerta a la ciudad sin mayores miedos… bajo ese techo empapado de tango, hay una magia porteña, correteando por los pasillos que minados de misterio y de vida amontonan la ilusión del paisaje…”.

A los bailarines se los vio artistas, cosa poco frecuente en la mayoría de las agrupaciones, puesto que no es fácil desligarse de la coreografía para expresar los sentimientos e interpretar el rol como lo marca cada personaje. Algunos más otros menos, pero en el conjunto, se vio una armonía e interrelación escénica desde el principio hasta el final.

La escenografía es justa para lo que necesita la puesta, los habitantes del ‘yotivenco’ recuerdan sus pagos, con temas muy bien seleccionados de Raúl Barboza, del “chuqueño” Ramón Navarro, Ariel Ardit, el Polaco Goyeneche, Los Manseros Santiagueños, el Negro Aguirre, Dino Saluzzi, el Tata Floreal Ruiz, de los irrepetibles Hugo Díaz y Juan D’arienzo, y del joven acordeonista platense Germán Fratarcangelli.

Integran el elenco: Ailen Bustamente, Martina Guerrero, Soledad Ramirez, Vanesa Ferrando, Julieta Gimenez, Daniela Orellana, Sabrina Melián, Claudia Alcaraz, Gabriela Marín, Rosario Villagra, Karen Florentín. Álvaro Melián, Mauricio Recca, Fabrizio Ancilotti, Darío Toledo, Facundo Gerónimo, Emanuel Herrera, Nicolás Robles, Martín Oviedo. Con coreografía de Hebe Hernandez y Manuel Labarraz.

Por último, invitado por Leandro Bojko asistí a Mala Sangre, del grupo Gauderios, que se presentó el 6 de diciembre en el Teatro Empire. Integrado por Adrián Verges, Emanuel Hernández, Joaquín Toloza, Emiliano Luna y Ariel Monferolli; junto a tres excelentes músicos: Fabián Gallina (percusión), Quito Riffo (guitarra) y Jonathan Almirón (violín). Este grupo ha sido creado para la investigación y difusión de las danzas folklóricas argentinas, sobre todo, el malambo, con un estilo único técnica y estéticamente. Ellos fusionan malambo, flamenco, danza contemporánea, música y teatro. Utilizan como eje el lenguaje folklórico argentino, generando una fuerte conexión entre los diferentes estilos de danza.

Tal como en el primer espectáculo de este relato, hacer un espectáculo con cinco varones solamente, también es muy complicado. Fueron diez cuadros, descriptos en el programa de mano en latín (no se cual fue el sentido, desde mi punto de vista no se los aconsejo). Muchos de ellos estuvieron muy bien logrados, como el malambo que juegan con bastones, que hizo recordar a un cuadro del excelente bailarín español Antonio Gades. Son todos muy buenos zapateadores, dominan muy bien la síncopa, y realizan desplazamientos no comunes y bien logrados.

El trío musical que los acompañó fue estupendo, vestidos todos de negro, contribuye a lo que significa estar sobre el escenario frente al público, dos de ellos con traje, otorgando aún mayor nivel al espectáculo. Párrafo aparte se merecen la puesta de luces y el vestuario. Excelentes.

Existió un denominador común en estos tres espectáculos, que está ocurriendo en los últimos tiempos: los saludos. Muy creativos, al punto de superar, en algunos casos, a los mismos cuadros. Este fin de año finalizó así, con la satisfacción de saber que hay mucha gente en el quehacer de la danza folklórica con buenas ideas, empuje, y ganas de seguir luchando por una de las profesiones más difíciles, e injustamente reconocida en la rama del arte. Como diría Atahualpa Yupanqui: “Que nos vaya bien a todos”. Feliz 2019.

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Juan Cruz Guillén «Fierro», nació el 19 de junio de 1948 en Buenos Aires. Es Maestro Normal Nacional. Se formó en el Instituto Folklórico Argentino con Froilán Guzmán y José Manuel Moreno. Desarrolló su carrera profesional junto a Santiago Ayala «El Chúcaro» y Norma Viola en el Ballet Folklórico Argentino donde se desempeñó como bailarín y como secretario de compañía. Fue Subsecretario de Cultura de la provincia de Santiago del Estero. Dicta las cátedras de Bailes Populares y Danzas Nativas en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), en la Municipalidad de Olavarría y en el Banco Central de la República Argentina. Fue coordinador de Radio Nacional Folklórica y es integrante de la Sociedad de Bibliófilos de la República Argentina.