La plataforma internacional de artes escĆ©nicas Panorama Sur, que dirigen Cynthia Edul y Alejandro Tantanian, presentó I-Cure del bĆŗlgaro Ivo Dimchev en el Centro Cultural General San MartĆn
El concepto aristotélico de catarsis supone la purificación emocional, mental e incluso corporal del espectador de un drama trÔgico, en tanto testigo del periplo nefasto de un personaje hasta su ruina y castigo.
Este recorrido puede estar asociado a aspectos de su propia vida, pero sin tener que pasar por la experiencia concreta del padecimiento, lo que le brindarĆa, casi como una terapĆ©utica, un conocimiento sobre sĆ, sus valores y posibles acciones y reacciones, para evitar caer en error en un fortuito caso similar.
I-Cure (en espaƱol: Yo-Curo, o bien una posible y paródica App de Apple) estĆ” āpensada para sanar no sólo alguna dificultad fĆsica o psicológica particular, sino para tratarlas todas simultĆ”neamenteā, segĆŗn el programa de mano.
Al ingresar a la sala el pĆŗblico recibió un bolĆgrafo y una tarjeta con cuatro cĆrculos blancos en las esquinas y uno rojo al centro.
El propio Dimchev, de apariencia freaky o drag queen con una larga peluca rubia, dio instrucciones en inglĆ©s (subtitulado) de cómo utilizar esa tarjeta. Los cĆrculos blancos para anotar órganos, actitudes conductuales, personas y proyectos que se deseaban curar. El rojo era donde se debĆa presionar, cuando algo de la performance, sin importar si se relacionaba o no con lo anotado en los cĆrculos blancos, impactaba emocionalmente. De ese modo la cura tendrĆa efecto.
También instruyó a tres concurrentes: dos, para que lo masajeen cuando lo reclamara; uno, para que le hiciera una felatio.
La escena constaba de un plasma sobre una mesita, una silla, un chelo y un micrófono. En el plasma se proyectaron imĆ”genes de un romanticismo cursi (playa con palmeras, cascada, hogar) que servĆan al performer para exaltar la potencia sanadora que se podĆa tomar de ellas. Con un discurso irónico y paródico, tanto por sus dichos como por algunas contorsiones sexy, poses de afectada sensualidad (su peluca era lo que mĆ”s bailaba) y reclamando cada tanto a la audiencia que se presione el cĆrculo rojo de la tarjeta, Dimchev desplegó un excelente manejo de voz (canciones de su autorĆa) y buenas muestras de manejo corporal y actoral.
También utilizó el chelo, creando una expectativa aunque sólo frotó con el arco las cuerdas al aire unas veces.
Como era de esperarse, fue masajeado a su pedido e incluso recibió, de manera pantomĆmica y con humor, su reclamada felatio. A cada participante, despuĆ©s de su cometido, Dimchev pagó $ 500.
La terapia avanzó por andariveles absurdos y graciosos hasta que comenzó a torcerse de a poco. Las imĆ”genes fueron virando de lo naif a lo Ć”spero: un guepardo cazando (loop que se reiniciaba antes de dar el zarpazo a su presa), una espiral hipnótica, heces humanas. Con humor Ć”cido y negro, el artista mantuvo el juego de la cura muy efectivamente. Pero, como cierre, apareció en pantalla la imagen de dos niƱos y una mujer, susceptibles de asociarse a refugiados o migrantes ilegales, muertos. Ante el espanto Dimchev se desdobló en un diĆ”logo consigo. Ya sin la peluca, desataviado de su mĆ”scara, dijo que de esa imagen no podĆa proponerse tomar algo para la cura, pero trataba de convencerse de que sĆ y lo intentaba sin lograrlo. Reclamó a todos que presionen el cĆrculo rojo para que lo curen. Esto duró poco. Apagón final.
I-Cure resultó una tragedia. Su propuesta lleva a considerar quĆ© catarsis serĆa posible. PodrĆa cuestionarse lo polĆticamente correcto del planteo. ĀæSe trata de un golpe bajo la imagen final o recuerda que eso pasa y lo sabemos y, muchas veces, poco hacemos? Frente a esa imagen, experiencia que carga horror y piedad, Āæhay purificación?