Ricky Pashkus. Con las Botas Puestas

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Pashkus y Bossi en Times Square, en uno de los viajes que hicieron juntos como parte de los preparativos para la puesta local. Foto: gentileza TP Agencia

Hacedor incansable, prepara el estreno de KinkyBoots en el teatro Astral, a la vez que sostiene varios proyectos paralelos en el campo de la danza y el teatro musical. Se declara preocupado por la sangría de talentos en el país y abre un interrogante sobre el futuro de los programas que comparte con el Estado

 

Si el día tuviese más de 24 horas, Ricky Pashkus encontraría una nueva actividad creativa en la que ocupar ese tiempo de gracia. Workaholic asumido y gestor orgulloso de varios proyectos paralelos en el campo de la danza y el teatro musical, encara la recta final del año con una agenda ajustada y convencido de que no es momento de quedarse sentado. “Prefiero la locura de hacer ante la malaria, a no hacer nada”, dirá en el diálogo con Balletin Dance, sentado en el ambiente principal de la nueva productora Rimas, que fundó con Florencia Masri.

El 15 de enero estrena KinkyBoosts en el teatro Astral en el doble rol de director y coproductor, y el entusiasmo lo desborda. Pero no sólo eso: sigue adelante con los programas Argentina Baila en la TV Pública (en sus versiones diaria y de fin de semana) y dirige las academias de folklore y teatro musical que funcionan en la emisora estatal. Acaba de cerrar la segunda edición de los Premios Chúcaro a la danza folklórica y celebró en septiembre los primeros diez años de los Premios Hugo al teatro musical, dos galardones creados por él. También sostiene la Compañía de Teatro Musical Juvenil, que comparte con Paula Schapiro, y el martes 12 volverá al escenario del teatro Opera como director, junto a Pablo Gorlero, de Primeras Damas del Musical, un gran concierto con las figuras más importantes del género.

La llegada de KinkyBoots a la Argentina, con 25 artistas en escena y los protagónicos de Martín Bossi, Fernando Dente y SofiMorandi, dice Pashkus, es consecuencia directa de su encuentro con Florencia. “Tener esta productora es un regalo impensado para mí. Siempre tuve alma de productor, no tanto de poner el dinero pero sí de pensar una producción. Mi manera de dirigir es la de un productor, todo el tiempo estoy gestionando”, reconoce.

Lo primero que Pashkus y Masri hicieron juntos fue Chorus Line, en coproducción con Javier Faroni. Fue Faroni, justamente, quien les contó que estaban disponibles los derechos de KinkyBoots, uno de los tanques de Broadway de los últimos años, con música de Cindy Lauper.Los compraron, y cuando Faroni decidió no estar, se sumó Dabope, la productora de Federico Hoppe, Ezequiel Corbo y ‘Chato’ Prada.“Me preguntaba cuán empática podía ser esta obra con la Argentina de hoy. Entonces viajé a Estados Unidos a verla nuevamente y los temas fueron apareciendo ante mí: la situación actual de la mujer, el tema de la identidad, las dragqueens, una fábrica que se está viniendo abajo. Me dije ‘esto es increíble’, no la recordaba como tan empática”, confiesa Pashkus.

 

¿Cuán importante es esa sintonía entre una obra teatral y el contexto social?

No siempre una propuesta tiene que ser empática con el momento que se vive sino que tal vez ofrece una diversión que le permite al espectador abstraerse de determinada situación. Obras como Sugar o LegallyBlonde no necesariamente compatibilizan con un escenario del país. Sin embargo, propuestas como Rent, Fun Home o Hair tienen otro tipo de compromiso social. En el caso deKinkyBoots, entendí que era ideal para este momento.

Del trío protagónico, Ricky Pashkus hace especial hincapié en el cambio que representa para Bossi haberse sumado al proyecto. “Para él fuedifícil salirse de un esquema de obra en el que le iba muy bien. Pero lo llevé conmigo a Broadway, ese lugar donde entrás y salís del teatro y la gente vive en un clima de comedia musical. Y ahí entendió todo”, dice.

 

¿La puesta de KinkyBoots tendrá un sello argentino?

Si bien compramos los derechos, la escenografía, el vestuario y la coreografía son argentinos. Ahí estará nuestro sello. Y también habrá una mirada local sobre los personajes, porque lo que para Estados Unidos es una dragqueen quizás no lo es para nosotros. De hecho, en Estados Unidos no necesariamente una dragqueen es homosexual, algo que aquí se da por sentado.

 

¿Cómo cierra el año la industria del musical?

Es un momento complicadísimo, en el que una obra como Cabaret funciona maravillosamente pero eso no significa que el productor esté ganando mucho dinero. Las obras de Julieta Kalik anduvieron mal este año, incluso una que ganó el Premio Hugo al mejor musical de la temporada (Una Vez en la Vida). Con Chorus Line tuvimos tres meses muybuenos y después anduvo más o menos. Recuerdo a Cris Morena diciendo que‘en los momentos de crisis hay que aprovechar la brecha de la oportunidad’. Es por eso que hacemos KinkyBoots. Apostamos en un momento en el que los indicadores nosdicen que no lo hagamos.En general, veo un panorama triste, duro. Se me están yendo al exterior muchos chicos con un talento enorme, y esto es la segunda vez que me pasa. La otra fue en el 2001. Aquella vez se iban a trabajar a los cruceros, hoy se van a probar suerte de cualquier otra cosa. Esa gente se va porque no hay laburo, y a mí no me alcanza con pensar que a Cabaret le está yendo bien.

 

Tal vez sea el tiempo de la autogestión…

Los artistas deben dar ese paso y entender de qué se trata. Este año en el Cenatem (Certamen Nacional de Teatro Musical), con un premio de $ 180.000, hubo sólo tres inscriptos. Lo tuve que levantar. Hablé con Emiliano Dionisi y vamos a salir a recorrer el país dando clases de dramaturgia. La idea sigue siendo estimular el mercado.

 

¿Qué cree que va a pasar después del 10 de diciembre con propuestas como Argentina Baila o Actem, la academiade teatro musical gratuita que funciona en la TV Pública?

No lo sé. Puede ser que a alguien les interese, o que se mueran. Sólo sé que lo que está sucediendo hoy en ese lugar es útil. ¿La academia es algo imprescindible? No. ¿Podría sostenerlayo de manera privada? Tal vez sí, y si no me dan el espacio quizás deba hacerlo. Pero lo cierto es que no jorobamos a nadie, aprovechamos una sala ociosa, los gastos no llegan a $ 50.000. Claro que si no quieren que siga,voy a aceptarlo.

 

¿Cómo explica su fanatismo reciente con la danza folklórica?

Tiene que ver, otra vez, con mi personalidad de gestor. Yo había presentado un proyecto parecido a Argentina Baila pero con el teatro musical. Desde el Estado me contestaron ‘ok, pero tiene que ser con el folklore’. Yo pensé ‘me van a tirar tomates’. Ellos me dijeron que no necesitaban un erudito del folklore sino un gestor, y ahí me animé. Tengo tantos detractores como gente agradecida por la visibilidad que le estamos dando. Prefiero la locura de hacer ante la malaria,a no hacer nada.

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Daniel Sousa
Licenciado en Periodismo (USAL). Es Subjefe de Redacción y Editor de la sección Espectáculos del Diario La Prensa, de Buenos Aires. Además, es responsable del sitio web de noticias de Radio Meridiano (Mercedes, BA). Escribió en las revistas Fortuna, Danza Europa y Américas (Reino Unido), Destino Zero (España), Buenos Anuncios, Ohlanda, Buzz, OrientAr, TravelArg, Off, y en el Diario Perfil. Ligado a la danza desde su niñez, fue integrante del Ballet Salta y realizó giras al exterior con distintas compañías de tango y folklore. Es jurado de los Premios Hugo al Teatro Musical y miembro de la Asociación Premios Chúcaro a la Danza Folklórica.