Parece que es necesario para las personas contar con seguridades sobre el futuro y el regreso a la actividad, pero lamentablemente por ahora no se pueden tener precisiones sobre fechas ni modos de hacer. Así y todo, cada sector de la sociedad, está elaborando propuestas posibles, para que cuando se pueda retornar, se posean protocolos de seguridad que aseguren el resguardo de la salud y la prevención de contagios del coronavirus. Y el deseo mancomunado de toda la humanidad es que esto suceda lo antes posible.
Así, la cobertura que ha dado el diario Página 12[1], a las propuestas en materia de artes escénicas y del mundo del espectáculo en la República Argentina (y en la ciudad de Buenos Aires), son contundentes. Diferentes asociaciones y agrupaciones de productores teatrales, empresarios, técnicos, artistas, están preparando los primeros borradores de lo que sería la vuelta al trabajo.
Nuestro país se caracteriza (como en el resto de Latinoamérica), por contar con una cantidad más o menos elevada (depende quién y para qué lo analice), de trabajadores ‘informales’, o ‘que trabajan en negro’, es decir, que no figuran en ningún registro. No pagan impuestos por su tarea (sus empleadores tampoco), ni siquiera cuando trabajan por cuenta propia, y por tanto, no tienen derechos laborales. Resultan más baratos (visto de alguna manera).
Esto es parte de nuestra idiosincrasia.
En el mundo artístico y cultural, esta característica abarca a un porcentaje inmenso de todos sus miembros. Poco a poco, con el correr de los años, algunos han logrado aunarse en diferentes movimientos, asociaciones o agrupaciones, consiguiendo pequeños logros. Pero son muchísimos los que todavía quedan relegados sin pertenecer a ningún lado.
La pandemia sorprendió a todo el mundo por igual, pero en América tuvimos la suerte de que haya llegado después y esto nos dio la posibilidad de observar y analizar las experiencias anteriores, y poder tomar algunas medidas a tiempo. Ahora también puede resultar interesante ver cómo retorna el resto del mundo a su actividad. Qué sucede en aquellos países que comenzaron unos meses antes que nosotros con los contagios y las muertes, cómo lo solucionó cada uno, qué posturas tomaron que fueran acertadas, y en cuáles las cosas no terminaron tan bien.
Como dentro de lo más categórico resulta ser el contagio de persona a persona, es que se estipuló el distanciamiento social, entonces: cómo puede mantenerse la distancia de pasajeros en el transporte público, entre los alumnos en las escuelas, entre los espectadores en el cine y el teatro, entre los actores y bailarines (en ensayos y actuaciones), entre los deportistas de equipo (en entrenamientos y partidos). Hoy pareciera algo imposible. Sin embargo ya comienzan a manifestarse en diferentes países ciertas alternativas.
El resurgimiento de los autocines, en varios países de Europa, da pie a los primeros intentos de recitales en Dinamarca o Alemania, por ejemplo. Con una variedad fantástica de opciones, eventos empresariales y gastronómicos (hasta para quienes no tienen auto). Y a la preparación de varios espacios abiertos para la producción de espectáculos, que podrían presenciarse tomando la distancia requerida entre espectadores. De la misma manera en que algunas playas europeas (con la llegada del verano) dividieron la arena de los balnearios en parcelas, para que los paseantes puedan disfrutar, sin tener contacto con otras personas.
Los deportistas de alto rendimiento, han vuelto a entrenar. En algunos países, se realizaron pruebas de laboratorio a todos: aquellos que daban positivo para Covid-19 regresaron a sus hogares en cuarentena, mientras que los negativos comenzaron las prácticas, de una ‘nueva’ manera.
Algunos también han vuelto al trabajo, a abrir sus comercios y a las clases presenciales, extremando las medidas de higiene y desinfección de toda la población involucrada, y con reducción de personas en relación a la capacidad habitual.
Un ejemplo del regreso
Es interesante el caso del ballet Shunkku Gaucho (Corazón Gaucho), liderado por Laura Palomino, en Saliquelló, Chubut, que a fines del año pasado habían logrado un contrato de dos años, para actuar en Window of the Word, en el inmenso parque temático de la ciudad de Shenzhen (en la provincia de Cantón, considerada una especie de Silicon Valley china).
Su experiencia fue narrada en entrevista con Pablo Procopio para la revista Gente el mes pasado, cuando ya volvían a subirse al escenario. El elenco conformado por bailarines de toda la Argentina (viajaron 8 incluyendo a Palomino), ya había realizado giras al exterior, cuando envió el video respondiendo a una convocatoria, que finalizó con el contrato. Comenzaron a actuar el 1º de enero, y el 25 se inició la etapa de confinamiento estricto.
El 11 de abril volvieron a las tablas, siguiendo un protocolo de recomendaciones, en escenarios al aire libre. Dos de sus integrantes regresaron a la Argentina durante la cuarentena, ni bien tuvieron la posibilidad de ser repatriados.
[1] https://www.pagina12.com.ar/264752-coronavirus-la-crisis-del-teatro-independiente / https://www.pagina12.com.ar/263960-carlos-rottemberg-propone-un-regreso-paulatino-de-la-activid