Las coincidencias no existen. Dirán algunos. E indicarán que lo que sí existen son consecuencias, concordancias, confluencias, causalidades. El Universo conjuga el verbo y las señales se hacen presentes para quienes saben ver, escuchar y accionar en consecuencia.
Una corazonada lleva a Brenda Angiel a escuchar diferentes versiones de la icónica canción de jazz “Tea for Two” de 1925. Se depara con Doris Day (actriz y cantante, ícono de la comunidad LGBT+) y todo desata un torbellino al que Angiel le pone danza, arneses y sillas – para tomar el té, claro.
Empieza con un dúo, una pareja hétero normativa: ella etérea, él macizo; ella en el aire, él en el suelo. Suenan, como salidos de una vieja radio de transistores, las primeras versiones del clásico. Vestidos casi iguales, románticamente espejados en sus movimientos. Sus sonrisas son las de las películas de Hollywood de mitad del siglo pasado, esas coloreadas que veíamos con retraso aquí en el sur. En su liviandad ella lo abraza, es sostenida por él, juguetea con las notas y frases musicales, coquetea escondiéndose de él, quien la persigue y suave pero firmemente la atrapa en su regazo seguro. Si se sientan para tomar juntos el té, también es real que vuelan en sus intenciones de formar una familia tipo y ser felices. Las largas piernas de ella y su torso frágil, dan cuenta de un ideal femenino de antaño, al igual que su flexibilidad y ligereza de movimientos en un plano altísimo. Desde el suelo, la fuerza y solidez del cuerpo de él, la sueña en verticales ascendentes y horizontales prometedoras de estabilidad. Sus sombras reverberan en CinemaScope.
Y justo cuando estamos a punto de jurar real ese mundo perfecto de la industria del cine… ¡Zaz! … cambia la iluminación, se crea una habitación nueva y lo que era lirismo muta en encierro. Y un cambio (o dos) es menester. De ropa, de actitud, de rol, de percepción. Las versiones del mono-tema musical de la obra llegan más actuales y el desarrollo de los acontecimientos escénicos acompaña. Los descubrimientos y mutaciones se hacen visibles, bailables – se materializan en la relación de los cuerpos (que ya nunca serán los mismos), de esas humanidades.
Una pandemia lo cambia todo; una mujer muere a sus 87 años, su “clon” había muerto un año antes a los 97. Identidades de género y sexuales se re definen. Siguen las versiones de “Te para dos” re-versionadas, como los personajes de la obra; que despliegan más de sus calidades interpretativas y técnicas. Sus vestuarios similares ya significan otra cosa. La luz desde dentro es otra, y al salir se siente diversa. Las sillas están en paralelo y en el mismo nivel. Hay que poner atención a las señales.
Estos son los ingredientes para la receta del té blend que es “T para T”, donde Brenda Angiel y su equipo, hacen las cuentas y uno más uno es igual a cuatro, o a cinco, o tal vez más.
Las funciones continuará los sábados de noviembre a las 21 hs, en Aérea Teatro (Bartolomé Mitre 4272).
Intérpretes: Lynx Tironi, Mauro Dann y participación de la propia coreógrafa, Brenda Angiel.
Más info en: https://balletindance.com/2021/11/11/romanticismo-puro-de-a-dos/