De lo que Dejan los Rastros
Por Román Ghilotti
El intento de sostener lo bailado por acciones del cuerpo hace huellas que dan rumbo a la construcción coreográfica. Supervivencia, performance de Alina Ruiz Folini, se presentó en el Espacio Callejón los viernes de abril
Lo escrito en el copete resulta una verdad de Perogrullo: es obvio que la construcción coreográfica se sostiene en y por las acciones que despliega el cuerpo que baila y que estos actos se encadenan en huellas. Al menos es obvio en parte: otros factores también determinan los rumbos de la composición. Entre otros elementos, temática, argumento, imagen, título, dispositivos de escena, lenguajes, tradiciones, resultan partes del todo que es la obra.
Folini, en su trabajo, presentado a modo de suite, distribuyó en cada una de las partes breves esquemas de movimiento, gestualidades que ora se repetían ora se transformaban ora se diluían. Los actos en su cuerpo variaban entre muy cortas secuencias, que remitían a estilos modernos de danza, y otros tramos en que su sola presencia, con y sin acentos expresivos en muecas o poses, era lo expuesto; o bien simplemente desarrollaba corridas, caminatas o recuperaciones de agitaciones.
A esto se sumaron maderas: un pedazo de una gruesa rama de árbol, unos listones largos, otros listones cortos. Algo ocurría entre ella y ellos, acciones, que iban de mirarlos, tocarlos y ordenar algunos a esquivarlos o no considerarlos.
¿Qué fue de lo que sea supervivencia en todo esto, si consideramos el título como indicador de algo del trabajo? Se dice que algo “sobrevive” cuando persiste en sus sentidos y sus actos, de algún modo en su significancia, en las condiciones en que se encuentra, por lo general cuando son adversas o escasas.
En lo que respecta a la intérprete creadora, en especial considerando el estado de performance del trabajo, algo ha de haber sobrevivido, algunas marcas de sus acciones le han de haber quedado (o no, tal vez). Recíprocamente, al espectador (a mí, al menos) quedaron vestigios y señales de acciones que involucran lo primitivo (entendido como lo inicial, simplemente) de la danza: gestos en un cuerpo que se agita un tiempo en escena y después no se lo ve más. Pero esto, que pareciera poco, es también la apretadísima síntesis de lo que pueda ser coreográfico para el espectador: las transformaciones de movimientos y las metáforas propuestas, condiciones y situaciones que, en la circunstancia de asistir a un espectáculo, dan rumbo a posibles sentidos en cada quien.
Lo que sobrevivió, y tal vez aún sobrevive de Supervivencia, para quien lo haya visto, es el enjambre desatado de posibilidades de presentación y representación de un cuerpo en movimiento, pistas de coreografías en algunos rastros.