Nota de tapa
Fotos: Alicia Sanguinetti
Sylvia abre este mes la temporada 2017 del Ballet Estable del Teatro Colón, con el debut de Paloma Herrera como directora. En entrevista con Balletin Dance, se explayó acerca de los nuevos desafíos, que prometen nuevos puntos de vista en la gestión
Paloma Herrera está exultante, maneja magistralmente las cortesías de una buena anfitriona, tiene poco tiempo y por eso seguramente haya hablado rapidísimo. En la extensa conversación con esta cronista, dejó bien en claro que su gestión al frente del Ballet Estable del Teatro Colón no pasará desapercibida. Sus ejes serán los valores humanos (respeto, solidaridad, equidad, responsabilidad, sinceridad, perseverancia, tolerancia, valentía). Su meta: mejorar la calidad y priorizar el arte. Su modelo: ella misma, su carrera, su vida.
“Perdí mi vida” dijo antes de comenzar la charla. Ciertamente, pasa el día completo en el monumental edificio que la albergó en su escuela siendo niña. Era una adolescente cuando se fue del país pero mantuvo lazos con la institución durante toda su carrera, que finalizó con una gira nacional junto al mismo Ballet Estable. Ese equilibrio, entre ser de la casa y pertenecer al mundo externo, tal vez haya sido uno de los motivos por los cuales la convocó María Victoria Alcaraz (directora general del teatro).
La carrera en el exterior le dio a Paloma Herrera “otra forma” de entender la profesión, “otros puntos de vista”, usándose de ejemplo, menciona su incapacidad para comprender un día feriado o una huelga artística. Sin embargo en cada visita que realizó al país, vivió desde dentro “muchas situaciones”, que le permitieron entender ciertos códigos. “Tengo otra forma de trabajo, perspectiva y a la vez, querer cambiar. Yo fui siempre súper feliz acá. Por algo volví, y volví, y volví. Y mis experiencias acá han sido siempre divinas, con algunas cosas [se sonríe], pero siempre, con el público maravilloso, con el teatro, con la gente”.
“La dirección general me ha apoyado muchísimo en todos mis puntos de vista”, explica Herrera al asegurar que llegó a su primera reunión con una lista inmensa de cuestiones por resolver como decisorias para aceptar el cargo, “estaba feliz con mi vida, me había retirado, estaba tranquila” y con un nuevo amor. “Haciendo todas las cosas que me dan placer y que salían todas impecables. Dictando mis clases en las provincias y en el exterior. Me encanta estar en el estudio, me encanta dar clases, me encanta mi mundo de la danza”. Había asegurado en reiteradas oportunidades que no le interesaba dirigir el ballet del Teatro Colón, ¿qué fue lo que la convenció?. Tal vez esa utopía de cambiar el mundo para transformarlo en uno mejor “a veces me siento como si estuviera con un baldecito de agua, solita, tratando de cambiar el mundo, y pensé que el teatro podría ser un lugar más visible para hacer cambios, no solamente los propios del teatro, sino de la forma de trabajo, de la forma de comportarse, de los valores en general”. Poner sus puntos de vista, como dice, que son tan importantes para ella, y por lo que ha luchado siempre; y vuelve a ponerse de ejemplo, “mi carrera fue súper limpia. Entonces se puede. Mi forma de decir se puede, es mostrándolo en un lugar con mayor exposición, cambiar el baldecito por una palangana. Para mí el Colón es un reflejo de nuestro país [hace gestos con las manos, como si estuviera sosteniendo un bollito] es un ejemplo perfecto, es como un mini país”.
La directora confeccionó un equipo de trabajo integrado por maestros repositores de la misma compañía. Basada en sus experiencias de viajes anteriores, “siempre supe en quién podía confiar, que pudieran tener mi forma de trabajo, que me dieran la confianza de saber que con ellos puedo contar”. Así convocó a Vagram Ambartsoumian, Martín Miranda y Néstor Assaf. “Y sí, la verdad es que me han probado que son maravillosos. En una semana estaba listo el ballet [Sylvia] para montarlo”.
El trabajo de oficina lleva tanto tiempo, o más, que el de la sala de ensayo [este último, el preferido de Herrera], allí cuenta con Dolores Gallichio “que está de toda la vida”, y conoce todo, “son millones de temas” de producción, derechos, royalties, contratos. “Podría sentarme acá todo el día, pero para mí lo fundamental, lo que necesito de la compañía es… [eleva su mano derecha, casi como en una mímica de ballet], los bailarines tienen que bailar, tienen que ser mágicos, no es estudiar los pasos, tombé – pas de bourrée y hago la función. Tiene que ser algo totalmente diferente. Y eso depende de cómo se ensaya, cómo se explica, cómo se monta el ballet”. Para la flamante directora esto se logra exclusivamente con buenos repositores, los acertados para cada pieza coreográfica. “Por eso ni bien llegué (y eso que conozco Sylvia, porque lo hice millones de veces), moví cielo y tierra”, para que Susan Jones viniera al menos una semana para montarlo. Y así fue. “Necesito que los bailarines estén seguros, y que lo artístico sea lo principal, lo más importante.”
Es cierto, “hay poco tiempo”, dice Paloma Herrera, se trabajan pocas horas. “Pero la verdad es que los bailarines han respondido muy bien. Con ganas. Enseguida veo los progresos. Es un placer, es gratificante y es fundamental estar en un lugar donde todo el mundo tira para el mismo lugar”.
La compañía viene de épocas de muchos reclamos, que los bailarines canalizaron por las redes sociales e incluso en la vía pública. Entre otras cosas, manifestaban la necesidad de tener mayor cantidad de funciones, un mínimo cuidado de salud y ser escuchados por la dirección que no los atendía. “Mis puertas están abiertas para quien quiera. Muchos tuvieron reuniones conmigo y hablo abiertamente todo. Fui muy honesta con todos los bailarines que vinieron a hablarme. Soy la primera que voy a estar cien por cien acá, estoy todo el tiempo, te dije: ‘no tengo vida’, quiero aumentar las funciones, que tengan mejor repertorio, que vengan repositores”. Las prioridades del bailarín serán el eje de su gestión, pero claramente marcando la diferencia entre las cuestiones importantes y las intrascendentes, en este punto, Herrera se muestra intransigente, “hay que poner prioridades, así como yo defiendo a muerte muchísimas cosas que tienen razón, porque lo viví de adentro, también viví de adentro que a veces nos quejamos por cualquier cosa”.
En cuanto a la medicina y los bailarines, otro de los temas fundamentales para la directora, que acaparó su atención ni bien comenzó en sus funciones, “se está trabajando en un proyecto mucho más amplio, más profundo, a largo plazo”, que encuentra en la necesidad inmediata la incorporación de dos kinesiólogos, “que realmente están” en horarios de la tarde y en función.
En la temporada anunciada para 2017, “va a haber muchos cambios”. Por lo pronto “estoy tratando de apagar incendios en todos lados, y bueno, uno programará una temporada más organizada más adelante. Ya te puedo decir que se canceló la Gala Internacional -y continúa sin parar- ¿Por qué? Porque era un proyecto que ni bien lo vi, dije: ‘esto no cierra por ningún lado’. ¿Por qué? Porque hay presupuestos que son de locos. Se gastaba una fortuna para pagar a bailarines de afuera y derechos de autor de ballets para que hagan otros”.
Paloma Herrera no se ocupa de cuestiones que no atañen estrictamente a su puesto, no resuelve ni promete aquello que en realidad depende del teatro en general, ni se distrae con aspectos más mundanos como la aparición de una cucaracha. “No, yo me ocupo de lo artístico y de lo… [señala su escritorio lleno de carpetas de ballets, contratos y repartos]”.
Honestidad
Soy súper honesta con los bailarines, ellos me han visto trabajar. Siempre fui la primera en llegar y la última en irse. El ejemplo lo tienen con el día a día. Lo fui como bailarina, lo fui como maestra y ahora soy igual como directora. A mi me interesa que se trabaje bien el arte. El arte es tan maravilloso, cuando el telón se abre tiene que ser magia. Fui muy honesta con ellos, yo los defiendo a muerte en algunas cosas, en otras no. Y nadie me dijo nada.”
Autobiografía
“El 13 de mayo se presenta el libro en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. Es súper fuerte”. Mucha gente le había dicho a Paloma Herrera ¿cómo vas a hacer, para dirigir el Ballet del Colón? cuando le ofrecieron el cargo: “sabés qué, después de haber leído mi libro, me parece que después de esto, me banco cualquier cosa”.
Nueva temporada 2017
Si bien en esta entrevista Paloma Herrera adelantó varios cambios de programación, la cancelación de la actuación de bailarines invitados del exterior (priorizando el arribo de repositores expertos), mencionó títulos de coreógrafos extranjeros, giras nacionales y el agregado de entre dos y tres funciones en cada programa; también sentenció que la información oficial, para difundir correctamente lo que se realiza en el coliseo, debe provenir de la oficina de prensa del Teatro.
Al ingresar esta revista a imprenta, allí, todavía estaban las aguas agitadas por el escándalo suscitado con la soprano rumana Angela Gheorghiu, que canceló su actuación en la ópera Adriana Lecouvreur, con la que el Teatro Colón abría la Temporada 2017 (a la que tampoco asistió el director Francesco Iván Ciampa que estaba anunciado).
Del Ballet en particular, pudieron ratificar la llegada desde Estados Unidos, de la bailarina Isabella Boylston del American Ballet Theatre para Sylvia (días 7 y 9), y el agregado de dos funciones por lo que se estrenará el 5 de abril.