Tres Fidelidades

En nuevo programa del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, dirigido por Andrea Chinetti, contó con coreografías de Anabella Tuliano (Ínfima Constante), Silvina H. Grinberg (Temperamental) y Ana María Stekelman (Bolero), y pudo verse de jueves a domingos, en el Teatro 25 de Mayo hasta el 3 de julio

 

La coreografía de Tulliano (2013) ocurre sobre un fondo de estrellas. Así, la levedad de movimientos que da inicio, con muchachas flotando sostenidas por partenaires, instala una poética de suspensión de cuerpos y rítmicas. A medida que avanza el trabajo, poco a poco, ese flotar sideral va dando lugar a desarrollos con más peso, continuidades más a piso. En los encadenamientos de secuencias se suceden cuartetos, parejas y finalmente un solo. Contrapuesto a esto, las formas, de cortes neoclásicos con una impronta muy personal de Tulliano, van resultando más ricas y complejas a medida que aparecen menos bailarines en escena. La constante, que se exhibe como mínima en el trabajo, muestra el detalle de la forma como un presente que se evanesce mientras se construye en el cuerpo: un pequeño detalle en la inmensidad.

El segundo trabajo que se presenta, Temperamental, según se indica en el programa de mano, toma como referencia para su construcción “los cuatro temperamentos: melancólico, flemático, colérico y sanguíneo”. Los temperamentos clásicos, con sus asociaciones de potencias, dinámicas y emotividades desplegadas en los cuerpos, fueron recorridos, recortados y modificados por Grinberg en su enfoque del asunto. Así, expresiones potentes y exaltadas, a veces en secuencias de marcados contrapuntos, otras en despliegues más continuados, hacen a gran parte del trabajo de grupo. Hay un cambio de esta tesitura con una entrada en una modalidad de danza más marcadamente teatral, no sólo por la aparición de la palabra dicha sino también por una impronta situacional directa y clara. Una suerte de predicador o coach de cuerpos y almas conduce al grupo. El grupo responde a sus órdenes con actos, formas y manifestaciones de variados temples anímicos. El juego insta a tener en mente las modificaciones y las soluciones que, desde perturbadas condiciones del alma se producen por voluntarias aperturas y entregas expresivas. A esto, Grinberg, como suele hacer en sus trabajos, inyecta tramos y detalles de humor que potencia las metáforas que expone, en este caso, aquellas de los caminos de ayuda hacia las mejores plenitudes del ser.

Y cierra el programa la reposición de Bolero. La versión que hace Stekelman, conforme a su propia tradición creativa, pone tango, folklore y contemporáneo al servicio de una forma cuidada. Inicia y concluye la coreografía con un solo en zapateo folklórico. Este reaparece, siempre asociado al ostinato de redoblantes, a lo largo de la pieza. Conjuntamente, tango y contemporáneo, más hibridados, aparecen como entrando y saliendo de los cuerpos de los bailarines, médiums del discurso formal. De esta manera, combinados, los aspectos de contenido de lenguajes y los otros, más abstractos, dan una línea de construcción coreográfica que termina por ser muy apegada a algunas de las ideas fuerza del propio Maurice Ravel en su partitura.

El BCTSM en función respondió con rigurosa eficiencia a las tres propuestas de las tres coreógrafas quienes, por su parte, afirmaron su fidelidad a sus estilos propios en sus creaciones.