Mantay Grillo, la segunda obra del binomio autoral Ramiro Soñez – Carlos Peláez, se estrenó el 26 de noviembre en el Teatro Pan y Arte de Boedo, para disfrute del público infantil. Además, toda la familia pudo apreciar esta lograda combinación entre música, danza y títeres, el domingo 27 y los días 3, 4 y 11 de diciembre, como clausura de la novena edición del Festival Buenos Aires Danza Contemporánea
Quizá la invocación de la lluvia, realizada en anteriores ensayos, surtió efecto y se manifestó mediante el torrencial aguacero acaecido el día del estreno, al cual acudieron todos, a sala llena, como hechizados por el conjuro. En aproximadamente media hora, la pieza atrapó a niños y adultos. Una cálida y acogedora luz acunó a la escenografía e hizo escuchar el corazón de cada títere. La música original de Roberto López, redobló el encantamiento a través de la voz en off de Magdalena León. Y la sólida interpretación coreográfica de los bailarines del Taller del Teatro San Martín, fue otro factor que hizo revivir una leyenda ancestral y, paralelamente, tan vigente: el drama(o tragedia) de los indígenas Ayoreos del Chaco paraguayo (entre Bolivia y Paraguay).
El dueto Soñez-Pelaez relató a Balletin Dance, como fue la investigación y adaptación de una problemática compleja al teatro de guiñol. Tras un año de trabajo general y tres meses para la concreción del montaje, los resultados son plausibles. El espectáculo capta la esencia del mito de este pueblo originario, para, en una audaz y elíptica apropiación, recrear y trasladar la trama al Noroeste argentino. Con sus cantos, Mantay Grillo (mitad abuela-mitad grillo) hacía llover sobre el cerro, para beneficio de todo ser vivo. Un día se inundó y sus devotos pobladores decidieron echarla de su región. Así Mantay se fue a la ciudad, donde continuó con su pluvial rito. Allí apareció “Hombre Malo”, con su proverbial codicia, y la hizo cantar engañada en diversos escenarios mientras embotellaba el agua, para luego venderla.
Sin caer en el panfleto, estos dramaturgos, lanzan una denuncia y un urgente llamado a la conciencia sobre la pronta escasez del recurso natural más vital del planeta: el agua. Al unísono develan, mediante sublimadas sugerencias, las trágicas consecuencias que derivan de la tala indiscriminada, e ilegal, del Chaco paraguayo, hábitat natural, desde hace siglos, del citado pueblo originario. Hay un negocio demasiado perfecto, pues la hectárea de esa tierra es barata, se vende su madera y se cría ganado, pero como sus habitantes desconocen sus derechos básicos y elementales, no son tratados como humanos por quienes dicen ser sus pares, e incluso, civilizados.
Dinámica, concisa y profundamente didáctica, a la vez, la pieza recrea un universo mágico, que hace levitar al espectador en su lograda elaboración estética sumergiéndolo en los mundos fantásticos del niño que siempre llevaremos dentro. Universo verdadero, también, porque increíblemente la leyenda se anticipó a la realidad de estos seres, que actualmente son desalojados de sus tierras por la sequía que ha provocado la mano de otros hombres, ateos, quizá, o adoradores de otros mitos y otros dioses.