Desde México

0
276
“El flamenco no se pude vivir por youtube, lo tienes que vivir por dentro”, dice La Winy. Foto: gentileza de la artista

“No se hacer otra cosa que no sea flamenco…”

Hablar de baile flamenco es hablar de Carmen Amaya, una de las figuras más trascendentales de todos los tiempos, que marcó un antes y un después dentro del baile femenino. Pero hablar del flamenco en México, es hablar de Mercedes Amaya ‘La Winy’, su sobrina, heredera de una tradición flamenca que ha sabido llevar adelante el legado familiar con una importante labor educativa y artística

 

Siempre refugiada detrás de la barra del bar, ‘La Winy’, observa y acoge a todos los artistas que pasan por su casa, al visitar tierras mexicanas. Ella transformó su sala en un pequeño tablao dónde suceden por las noches tertulias y espectáculos flamencos, y por el día, clases regulares de baile. Mercedes es la madre de Karime Amaya, la bailaora que hace poco más de dos años acompaña a Farruquito en sus espectáculos.

En el marco del 1º Encuentro de Arte Flamenco organizado por Akais Chindos Producciones en el Distrito Federal de México, Mercedes Amaya mantuvo un diálogo abierto con Sebastián Sánchez (director artístico del evento) y el público, en el que detalló aspectos sobre su vida y el flamenco.

 

¿Qué significa el flamenco en su vida?

“Cuando yo nací, no escogí el flamenco. Nací dentro del flamenco: mi padre era cantaor (Chiquito de Triana), mis tías y mi madre eran bailaoras, mis abuelos guitarristas…”, aseguró Mercedes Amaya al remontarse en su historia. “Como veía el flamenco en casa, no quería hacerlo, esto de ‘en casa de herrero cuchara de palo’, decía que quería ser secretaría o veterinaria, pero a pesar de eso lo seguí viviendo. Hasta que una tarde le dije a mi tía si podía entrar a su clase: ‘mira, esto no es un juego: si entras a la clase debes acabarla, porque no se puede salir en la mitad, es un mal ejemplo para los otros alumnos’.” A partir de allí, el flamenco fue su vida. “Después empecé a bailar con mi hermana en su compañía”. Continuó con la escuela fundada por su tía y su madre en México: “ahora mi labor se trata de que la gente que estudia flamenco, sepa cómo es un baile, cómo es una estructura original. Darle las bases a los que empiezan a bailar. Porque hoy en día se ven mezclas muy raras, que para hacerlas bien, hay que prepararse. Es como ir letra por letra, desde las bases. Si lo vas a prendiendo desde la A, cuando llegues a la Z, saldrás muy bien preparado”, aseguró.

 

¿Qué es lo que le falta a la gente de hoy en día?

“En México al menos, falta escuchar el cante. Hoy tienen aquí compañías, se presentan en grandes teatros y en academias, pero si tú le pones una granaína o una malagueña[1] no saben lo que es. Hay que escuchar el cante, escuchar la guitarra y aprender lo básico del flamenco para después crecer”.

 

¿Qué significa para usted Carmen Amaya?

Lo que significa para todo el mundo… que fue un genio. Que Dios la tocó a esa mujer. Ser familia es un paquete muy gordo (es un lugar difícil) y paralelamente, ser de esta familia, te da un orgullo muy grande y una responsabilidad. Yo voy de una trabajadora normal, que se gana su pan con el flamenco, de lo que aprendió con su madre y con sus tías, no voy de otra cosa.

 

¿Qué diferencias encuentra en el flamenco de antes y el actual?

Antes había mucho más respeto. No se si eran los flamencos o la gente en general que antes era más respetuosa. Hoy en día bailan dos pataditas y ya tienen compañía y academias. La gente antes sabía más.

 

¿Qué tipo de baile le gusta más: de pies o de torso?

Me gusta de todo. Me gusta un baile que me llegue, que sea auténtico. Cuando es ficticio -aunque se baile muy bien- no me gusta y tengo la mala suerte de notarlo… Cuando es de verdad, se agradece y es el que me llega por dentro.

 

¿Cree que el baile es complicado?

Puede ser para todos, pero es complicado. No se aprende en dos horas de clases. Tienes que dedicarle tu vida, horas y horas, meterte, escuchar, estudiar, estudiar. El flamenco no se pude vivir por youtube, lo tienes que vivir por dentro.


Carmen Amaya

‘La Capitana’, como la llamaban, fue una bailaora gitana catalana (1918-1963). Debutó a los 6 años en un teatro de Barcelona y transformó el baile flamenco femenino. Fue la primera en ponerse pantalones y zapatear a gran velocidad como lo hacían los hombres en aquella época. Cantaba y tocaba los palillos (castañuelas), ha grabado varias canciones entre coplas y estilos flamencos y ha filmado muchas películas (La Hija de Juan Simón, María de la “O”, Los Tarantos, entre otras). El mundo entero la ha conocido en innumerables giras y actuaciones. Toda su familia estaba integrada por artistas ligados al flamenco y llegaron a nuestro país en 1936 escapando de la Guerra Civil, cuando estrenaron en el teatro Maravilla su espectáculo flamenco que permaneció un año entero en cartel.


[1] Granaína o Malagueña: tipos de cantes flamencos.

Artículo anteriorDe la estética actual
Artículo siguientePuro Ballet
Gabriel Vaudagna Arango
Gabriel Vaudagna Arango, Máster en Flamenco (UGR); Lic. en danzas, profesor de danzas españolas e investigador. Responsable de la columna de flamenco en Balletin Dance desde 2013. Ha publicados cuatro libros de danza: Apuntes de clases, la danza española y el baile flamenco (2013) Post Flamenco, vanguardia y ruptura en el baile (2015), Pequeños Diálogos sobre el flamenco (2017) Declarado de interés Nacional por la presidencia de la Nación, Habitar la danza (2018). Es jurado en eventos de danzas de todo el país y dicta cursos y talleres de flamenco y folklore español. La Embajada de España le otorgó un reconocimiento en 2005 por su labor de difusión cultural.