El Corpus Filosófico del Siglo XXI
Con una cerrada ovación -que obligó a regresar a los protagonistas, para reverenciar a un público exultante-, se estrenó More, More, More… Future, del célebre bailarín y coreógrafo congoleño Faustin Linyekula, como apertura de la temporada 2017 del Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata (TACEC)
Ganadora del Gran Premio Prince Claus para la Cultura y el Desarrollo (Holanda-2007), More, More, More… Future se vió en Buenos Aires los días 4 y 5 de abril, en el marco de una gira que incluyó Chile y Colombia. Con dirección artística de Faustin Linyekula, dirección musical de Flamme Kapaya y textos de Antoine Vumilia Muhindo, los músicos Patou «Tempête» Kayembe, Pépé Le Coq, Pasnas Mafutala y Zing Kapaya compartieron escena con los bailarines Dinozord, Papy Ebotani y el propio Linyekula.
La trascendencia de esta pieza, con más de una década de creada, podría radicar en su atípico montaje, el particular elenco o en esa especie de “catarsis lúdica”, eficazmente paradojal, de su estructura narrativa. O quizá, en la feliz conjunción de estos elementos que la enmarcan dentro del discurso de la postmodernidad, donde la danza es un pretexto, para denunciar abiertamente ciertos absurdos humanos que persistimos en llamar “civilización”.
La escenografía es prácticamente inexistente. En escena hay ocho hombres de África subsahariana, cinco de ellos con trajes de show convencional -algunos más brillosos-, que observan impávidos la llegada del público. Dos portan una guitarra y un bajo eléctricos, respectivamente, otro yace tras una batería, mientras que otros dos están parados al lado de un micrófono. Los otros tres, sentados en el suelo, frente a unos ropajes, acompañan al resto en su serena observación. Comienza la función. Se yerguen los del suelo y se calzan los ropajes con estilo de pasarela futurista de Xuly Bët, París, de la diseñadora maliense Lamine Badian Kouyaté. Ahora, los músicos o performers que cantan y bailan, interpretan música tradicional, especie de pop congoleño que, de repente, muta al rock y luego al funk/sex machine, con igual virtuosismo. Los otros tres bailarines, realizan elementos imprecisos, alternados con una depurada técnica de danza contemporánea y break dance. Cuando se sacan los trajes, quedan en calzas y torso desnudo, para desplegar sensuales y lentos movimientos pélvicos con oscilaciones y desplazamientos que, por momentos, imitan a un cojo (“ndombolo”: baile popular urbano que incluye sorna política y motivos picarescos).
Al canto se une la declamación y se proyectan, en español, textos del dramaturgo, poeta y ex funcionario congoleño Antoine Vumilia Muhindo, actualmente condenado a muerte por supuesto magnicidio, en fuga, y en busca de asilo político en Europa.
La célebre frase “Épater les bourgeois”, se trasforma en “Épater le système”. La poética de Linyekula no parte de ningún artificio, ni de una compleja voluntad de estilo. Tampoco es la de un enfant terrible, a la manera de Rimbaud, que (cuando a coro con su generación, inspiradora de las vanguardias artísticas del siglo XX, se siente impotente ante el statu quo), grita como única solución: “Hay que volverse salvaje” y peregrinó hasta la misma África. No. Linyekula, más allá de ser aclamado internacionalmente, nació, y decidió residir, en la periferia. En el tercer mundo, dentro del infierno digitado por los señores de la guerra y las múltiples codicias generadas por los diamantes de sangre. Así, tan fantástico como las películas hollywoodenses y, a la vez, real hasta lo inimaginable, florece Studios Kaboko, sede de la compañía de teatro y danza, fundada por este artista en Kinsasa, capital de la República Democrática del Congo y mudada a Kisangani, en las afueras. El citado país, antes Zaire, ex Congo Belga, ex Estado Independiente del Congo, confundido habitualmente con la República del Congo, por pertenecer, ambos, al antiguo Reino del Congo, sufre hoy en día, además de los genocidios permanentes, violaciones masivas y el azote del ébola, la explotación del oro y el coltán[1], por parte de las potencias extranjeras [Ver Conferencia de Berlín (1884-1885)].
De esa materia dantesca, como el corazón de las tinieblas, extrae Linyekula su danza, su ¿arte extemporáneo?, de denuncia, como un cuerpo filosófico tangible que desnuda a nuestro inquietante siglo XXI.
[1] Coltán: mineral compuesto por colombita y tantalita. Se utiliza en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial. De estos minerales se extrae el tantalio y el niobio, utilizados en distintas industrias de aparatos eléctricos, centrales atómicas, misiles y fibra óptica, aunque la mayor parte de la producción se destina a la elaboración de condensadores y otros componentes para los teléfonos celulares.