Femineidad al Rojo Vivo

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Artistas que hilvanan la trama de Mujeres en Red Foto . Carlos Furman

Mujeres en Red, de Andrea Chinetti, se estrenó el primero de septiembre en el Portón de Sánchez y continuará sus actuaciones los viernes de octubre. Balletin Dance asistió y conversó con la directora

 

La obra de danza contemporánea es un despliegue de las múltiples dimensiones de lo femenino a través de distintas tonalidades de rojo sobre negro, con música en vivo de Ángel Pulice y Ruth De Vicenzo. Cuatro músicos en ronda bajo la luz de un reflector abrieron el espectáculo mientras los bailarines fueron apareciendo entre las sombras hasta apropiarse del espacio. De pronto, con una risueña canción de Lucilla Galeazzi y pinceladas de telas rojas y negras, transformaron la escena en un acogedor living: “La idea es que sea un lugar intimista, como algo que sucede en la casa de uno”, explicó Andrea Chinetti a Balletin Dance.

Allí se dio inicio al recorrido, que se encarnó primero en un solo, interpretado por Sol Lemonni en un vestido de época, quien supo instanciar inseguridades, deseos ahogados en su propio ímpetu, la fuerza con su inexorable vulnerabilidad. Luego, un dúo conformado por Paz Corinaldesi y Nicolás Iturbide representó el ir y venir de las pasiones y los desatinos del amor, una atracción magnética que expulsa y retiene a la vez.

Mujeres en Red irradió humor con Gorda, protagonizado por Manuela Suárez Poch con un tutú carmesí y un corpiño a tono. La corporalidad fuera de la norma, el juicio sobre el cuerpo femenino y la estigmatización desde un opuesto que los convierte en absurdos risibles sin dejar de explicitarlos. Y también estuvo presente la humorada cuando un cuarteto jugó a “quererse sin querer” perdiéndose en laberintos de coqueteos cruzados y miradas cómplices, así como en el solo de Nicolás Iturbide, aunque desde un enfoque más mordaz e interesante en relación al momento político y social que atraviesa el país respecto de la identidad de género.

Flor Alonso y Melenik Cambiaso se turnaron los roles de títere y titiritero en Muñeca del Arrabal, devinieron objeto y habitaron el propio cuerpo para manipular al ajeno. Un tire y afloje que denotó algunos rasgos de una relación amorosa cosificante.

Además, hubo música sin danza: un solo de guitarra y Valsecito de Pulice. “Siento que hay una falta de escucha”, confió Chinetti al abordar este aspecto de la obra “y necesitamos escuchar más”. “Hay algo que tiene que ver con poner el volumen a todo lo que da para ponerse frenético, cuando el frenesí tiene que ser interno”. Al respecto, la directora asumió que fue difícil la inclusión de los músicos: “ellos son personajes, forman parte” pero no están acostumbrados a ocupar ese rol. Por ese motivo, puntualizó la relevancia de darles elementos que les permitan involucrarse en la trama. Ruth De Vicenzo es cantante y actriz, y Ángel Pulice, cantautor. Ambos trabajan en forma conjunta desde hace varios años junto a un cuarteto de guitarras. En la obra, solo dos músicos acompañaron a los cantantes con guitarras y bandoneón. Sus canciones impregnaron la sala de la nostalgia y picardía tanguera así como del júbilo y la tristeza de las canzonetas italianas.

Dato curioso, De Vicenzo y Chinetti se conocen hace más de tres décadas y son muy cercanas. De hecho, la entrevistada se confesó entusiasta del trabajo de su amiga y su colega al punto que la creación de esta obra comenzó por ahí: la directora escuchó detenidamente las canciones, de las que surgieron imágenes y un primer color, el rojo. “Es un color nuestro, sentenció, tiene que ver con la femineidad, la menstruación, el nacimiento, la creación, la fertilización, la pasión”.

A partir de la música y de varios vestidos, “fue apareciendo la obra” afirmó sonriente la directora. “Me imaginé a la persona de cada tema, y por eso convoqué a estos artistas. Cuando terminó el proceso, sentí que fue como haber hecho una pintura”. Lo que más destacó, sin embargo, fue el esfuerzo por parte de los intérpretes para trabajar en forma autogestiva: “son horarios locos porque es muy difícil combinar con todos, cada uno tiene sus actividades”.

La red de Chinetti, en sus propios términos, “busca abrir, dar, atraer energías”. Una joyita estética de gran calidad técnica y artística.

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Natascha Ikonicoff nació en París y es residente permanente en Argentina. Estudió Filosofía en la Universidad de Buenos Aires y actualmente cursa un máster en Filosofía, Educación e Infancia. En paralelo, transitó por distintos estilos del campo de la danza, siendo su predilección el jazz y la salsa cubana. Hoy se dedica a incursionar el mundo de la acrobacia, particularmente en tela. Se desempeña como redactora freelance de la revista Balletin Dance y también realiza trabajos de edición y corrección de textos para distintas editoriales. Es tallerista en el Dispositivo Ambulatorio de Niñas, Niños y Adolescentes del Ce.Na.Re.So., donde realiza encuentros de filosofía orientados a la promoción de la salud con grupos de chicos de entre 10 y 16 años.