La Bella Durmiente del Bosque

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Final de una noche inigualable: Marianela Núñez y Federico Fernández. Foto: gentileza Teatro Colón

El Ballet Estable del Teatro Colón dirigido por Paloma Herrera, presentó La Bella Durmiente del Bosque en  versión de Mario Galizzi, del 29 de septiembre al 7 de octubre

La adaptación de este clásico de Piotr Ilich Tchaikovsky, superó a la anterior propuesta de la principal compañía de ballet de la Argentina en varios aspectos. La puesta, fue coherente y unificada (vestuario de Aníbal Lápiz y escenografía de Nicola Benois), la coreografía acorde a las capacidades de un elenco de alto nivel, y la actuación de los bailarines, que se lucieron mejor ensayados (solistas y grupales); ofreció un espectáculo consolidado de dos horas y media de duración.

Los más nóveles exponentes de la troupe comienzan a afianzarse sobre el escenario (la puesta permite destacar varios roles), mientras que los más avezados continúan con algunas intervenciones. Esto permite mantener ciertas tradiciones, que traspasan la experiencia de generación en generación.

 

La Princesa por Excelencia

Los días 5 y 6, el ballet estuvo protagonizado por Marianela Núñez y Federico Fernández. Ella fue una exquisita Aurora, que conjuga la madurez dramática con una técnica superlativa. Para el balletómano de mirada experimentada, verla bailar es un manjar para los sentidos: ella juega con su cuerpo (como quiere, porque su dominio técnico es impresionante), disfruta plenamente caracterizar a su personaje, coquetea con su partenaire, y también con el público, con el que mantiene una comunicación sumamente fluida. La cantidad de sutilezas que puede inventar cada noche en un simple gesto, es encantador. Veinte años de exigencias de cultura inglesa no han podido quitarle su sangre latina, con el mayor de los refinamientos que exige la vida cortesana, Marianela Núñez muestra su propia personalidad.

Fernández por su parte, la acompañó a su altura, consolidado como príncipe, cuidó a su compañera en todo momento. Se lucieron en roles solistas: Ludmila Galaverna (longilínea Hada Lila), Nadia Muzyca (egocéntrica Carabosse), Paula Cassano (refinada Hada del Claro del Bosque, encanto), Stephanie Kessel (ligera Hada del Canto de los Pájaros, alegría), Alejandro Parente cuidó a la protagonista en el Adagio de la Rosa, Emanuel Abruzzo (Oro), Catalina Jasienovicz (Rubí), Emilia Peredo Aguirre (Diamante), Williams Malpezzi (Pulgarcito), Edgardo Trabalón y Georgina Giovannoni (Pájaro Azul).

Los Avezados

Nadia Muzyca y Juan Pablo Ledo, la serenidad propia de la experiencia. Foto: Maximo Parpagnoli

Nadia Muzyca y Juan Pablo Ledo, protagonizaron otras funciones. Ambos consolidados en una carrera prioritaria en el Teatro Colón, mostraron la serenidad propia de la experiencia. Él se mostró sumamente refinado y caballeroso, coherente con la actuación de un príncipe, con técnica prolija, y atento al desarrollo de la historia que sucede en todo el escenario. Ella, una bailarina de preciosa contextura, por momentos perdió la elegancia aristocrática (algunos gestos, tal vez marcados por el repositor/ensayista: como arrojar las flores al piso, o vincularse más con el público que con su compañero, al realizar alguna pose correctamente, propios de otro tipo de espectáculo). Más allá de esta suspicacia, ofrecieron una excelente función.

La mayoría de los solistas fueron los mismos bailarines que habían participado en el reparto anterior. Pero en esta ocasión se destacaron además: Natalia Pelayo (excelente Carabosse), Ayelén Sánchez (Hada de la Montaña Nevada, elocuencia) y Maximiliano Iglesias (Pájaro Azul).

El Futuro

Por Martín Goyburu

Camila Bocca promete un futuro destacado. Foto: Alicia Sanguinetti

El martes 3 de octubre, el Teatro Colón fue sede de la 26º Gala de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), bajo el lema Noche de la Diversidad y la Inclusión en la República Argentina

 

Los protagonistas de esta noche fueron la pareja más joven del elenco: Camila Bocca como la princesa Aurora y Maximiliano Iglesias como el Príncipe Desirée. La compañía en su conjunto, mostró gran solvencia en toda la obra.

Ella es una joven promesa, recorrió las diferentes etapas del personaje con una tranquilidad absoluta, no solamente desde el punto de vista técnico sino también desde la interpretación. Maximiliano Iglesias sigue creciendo artísticamente, es un bailarín de buen porte, con gran capacidad para los saltos, quizás deba estar más atento a su partenaire.

Las Hadas que sobresalieron en sus variaciones fueron la espigada Paula Cassano como el Hada Lila, de hermosas líneas y siempre solvente en sus participaciones. Ayelén Sánchez fue una convincente Carabosse, quizás demasiado pendiente de su parte actoral. Catalina Jasienovicz como el Hada Generosidad, con elegante trabajo de puntas y Natalia Pelayo como el Hada Temperamento fue un huracán en escena.

En el tercer acto (Las Bodas), todos los bailarines dieron muestra de un acertado trabajo en sus variaciones: Oro (Jiva Velázquez), Rubí (Ludmila Galaverna, una bailarina a tener en cuenta), Diamante (Georgina Giovannoni), Pulgarcito (Emiliano Falcone), Pájaro Azul (Facundo Luqui) y Princesa Florisse (Emilia Peredo Aguirre).