Cerrando el año 2017, Ecuador renovó su compromiso con la cultura. A la celebración de importantes festivales como el Artes Vivas de Loja o la Fiesta Escénica en Quito, se sumó un estreno de la renovada Compañía Nacional de Danza (CNDE). Además se seleccionaron los proyectos culturales y festivales que recibirán apoyo financiero estatal durante 2018. Balletin Dance estuvo presente
En Argentina ya se ha hecho costumbre, que diferentes proyectos artísticos reciban apoyo financiero del estado, a través de las diferentes instituciones. En Ecuador, por cierto, lo que resulta novedoso de la propuesta, fue la creación de un sistema que aspira a una repartición equitativa e inclusiva en cuanto a zonas geográficas, comunidades y disciplinas artísticas; pero sobre todo a un proceso de selección y asignación de recursos claro y transparente, con personalidades de diferentes países. Así es como el Ministerio de Cultura y Patrimonio ecuatoriano presentó una convocatoria pública nacional, mediante la cual se repartieron 3 millones de dólares en beneficio y realización de 201 proyectos y propuestas artísticas culturales, a través del estudio y veredicto de una comisión evaluadora independiente y elegida en concurso público.
Del 19 al 25 de noviembre de 2017, se llevó a cabo en la ciudad de Quito la deliberación por los Proyectos artísticos y culturales, y por los Proyectos de Festivales, divididos en: Artes literarias y de tradición oral, Artes escénicas y performance, Artes musicales y sonoras, y Artes plásticas y visuales. Cada comité estuvo conformado por dos jurados nacionales y uno extranjero, procurando una mirada heterogénea y garantizando una valoración carente de compromisos y favoritismos. Para este proceso llegaron jurados desde Bolivia, Colombia, España, Estados Unidos, Panamá y Argentina, que estuvo representada por Hugo Rivella en literatura, Verónica Lahitte en visuales y quien escribe en artes escénicas.
Mediante este proceso se buscó garantizar la continuidad de festivales emblemáticos, a la vez que se dio lugar a proyectos emergentes en poblaciones menos atendidas y dirigidos a sectores vulnerables como personas con discapacidad, colectivo GLBTI, creaciones infantojuveniles y culturas afro descendientes. Otro dato interesante, fue que se exigió a los festivales favorecidos la apertura de convocatorias abiertas y públicas para la postulación de los artistas a incluir en cada programación.
Sucesos Simultáneos
Mientras en la capital se decidía el destino del presupuesto cultural de 2018, la ciudad de Loja celebraba la segunda edición de su Festival de Artes Vivas, organizado por el mismo ministerio y que incluyó presentaciones de emblemáticas compañías extranjeras como el Odín Teatret, Els Comediants y Maîtres Du Désordre. Argentina también estuvo presente a través de las obras Ensueño de Martini de Martin Pons y Quiero Decir te Amo del grupo Humo Negro. El festival contó con una extensa programación local y nacional entre las que destacaron figuras como el reconocido coreógrafo Wilson Pico.
En Quito, la Fundación Teatro Nacional Sucre presentó su tercera Fiesta Escénica, con una programación local e internacional de danza, teatro y performance (que en algunos casos coincidió con la del Festival de Loja). Andrea Nina Pereda, viceministra de Cultura y Patrimonio, explicó a Balletin Dance, que a pesar de coincidir en fechas y algunos espectáculos, ambos eventos no han llegado a un acuerdo de colaboración que permita potenciar y favorecer a público y artistas.
La danza también presente
Por su parte, la Compañía Nacional de Danza dirigida desde hace dos años por Josie Cáceres, estrenó en su sede propia Miedo a Volar, del español Iñaki Azpillaga.
“Nuestra compañía es una entidad adscripta al Ministerio de Cultura, que nos asigna un presupuesto, pero tenemos autonomía en cuanto a decisiones artísticas y utilización de recursos. Tiene 41 años de existencia y está conformada por un grupo de 37 personas, incluidos los 17 bailarines”, señaló Cáceres a esta revista.
“La dirección anterior permaneció en gestiones durante 16 años. La CNDE tenía un estilo bien moderno, que aplica mucho a la danza del país, acostumbrada al deleite del virtuosismo de las formas, pero de no comprometerse mucho y menos como espectador. Yo quiero otra compañía. Creo en una danza que se cuestione y reflexione, pero para eso es necesario que vaya a la par de los otros movimientos artísticos”.
¿Cuál es la línea que desea construir?
“Me gustaría que los bailarines puedan dar cuenta de pilares distintos sobre los que la danza pueda estar constituida. Tenemos un afán muy grande por lo físico, nos encandila, pero también hay que alimentar otros aspectos, permitirnos nuevas herramientas de creación para que cada coreógrafo construya su propio decir. Cuando supe que Iñaki estaba en Perú me puse en contacto para que traiga toda su experiencia, su trabajo con Wim Vandekeybus. Hicimos un taller el año pasado y luego nos propusimos hacer este montaje. Azpillaga tuvo una mirada muy interesante entendiendo nuestra lógica financiera. Abrió una plataforma por internet y comenzó a trabajar desde Bélgica para sacar material escénico de nuestros bailarines. Fue un proceso interesante, él no es un coreógrafo complaciente y eso fue muy motivador para nuestros chicos”.
¿Cómo elige a los coreógrafos invitados?
“La verdad es que no hay tantos coreógrafos ecuatorianos que puedan trabajar a nivel de compañía grande, o que tengan una búsqueda que resulte interesante para este grupo, y sobre todo no hay muchas coreógrafas. Como hay que fortalecer el área creativa para los bailarines, dedico un tiempo del año para que ellos mismos puedan desarrollarse como compositores en obras de pequeño formato”.
¿Cómo será 2018?
“En el primer cuatrimestre habrá una puesta de Jorge Alcolea que es el coreógrafo de la institución. Debemos cumplir con 80 presentaciones anuales, pero cuando estoy en medio de un proceso creativo no hago funciones; por suerte el Ministerio ha entendido nuestra necesidad”.
¿Se puede hablar de una identidad de la danza ecuatoriana?
“La danza en este país no genera memoria. Cuando llegué a la dirección no encontré un registro de archivo de la compañía. Había una bodega con un material impresionante, pero sin ningún tipo de clasificación; fotos que no sabemos a qué obras corresponden ni quiénes son los bailarines. Estamos haciendo una pesquisa para recuperar la historia de la institución, que es como reconstruir la historia de la danza del país, porque la mayoría de nuestros bailarines independientes han pasado por aquí. Es preciso entender que la investigación y la generación de memoria son necesarias para la danza. No nos movemos como europeos, tenemos cuerpos andinos, caminamos de otra forma, pero para recuperar eso, primero hay que conocerlo. Es necesario que se conozca lo que estamos haciendo en América Latina; pero no sólo que Europa nos mire, sino que nosotros mismos nos miremos. De otra forma estaremos eternamente en relevé, con la mirada perdida a lo lejos”.