A Chorus, Reloaded

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Final que se volvió tradición universal para el género. Foto: gentileza de prensa

Hay una epidemia de revivals musicales en Buenos Aires. Cabaret, A Chorus Line y pronto Hair. Los sesentas y setentas regresan en forma de comedia con toques melanco del flower power, paleonto-hippismo y laberintos psicológicos

 

A Chrorus Line, con dirección general de Ricky Pashkus, aporta algunas pistas para comprender el nuevo boom. Primero, al público le encanta. La obra funcionó bien en el Maipo y luego se mudó al Metropolitan de la Av. Corrientes. Segundo, funciona por el respaldo de las décadas de experiencia en fabricación de musicales que aporta el director.

Pashkus opera aquí como un Dr. Frankenstein que trae a la vida una obra que se estrenó en Broadway hace casi medio siglo (y por primera vez en la Argentina en 1980). El experimento terminó dando frutos. Logró hacer actuales arquetipos otrora políticamente incorrectos, hijastros de la reacción contra la cruzada moralista de Richard Nixon.

Lo que fue revuelta, hoy Pashkus lo narra en un registro más cercano al comic. Un comic de personajes con contornos bien delineados e hibridados con la cultura local (que nunca deja de ser también global, y de ahí que conecte tan bien con nuestra audiencia).

A Chorus Line anticipó la voracidad líquida por traspasar las fronteras de lo privado. Trae al frente de la escena (hace obsceno) lo que ocurre en privado, detrás de bambalinas y dentro de la psique individual de los artistas. Muestra las entrañas de una industria del espectáculo impiadosa, que habilita abusos y tormentos psicológicos. Lo peor del Actor’s Studio con lo peor del entrenamiento militar en la figura del director despótico (Zach). Personaje que a su vez, en una criatura desdibujada, al alter-ego de Bob Fosse, el Joe Gideon de All That Jazz de 1979.

La participación de Gustavo Wons (Larry), coreógrafo de la obra, interpretando al asistente de coreografía de la ficción es un juego de metalenguaje inteligente. Una especie de broma “entre nosotros”.

Las interpretaciones son homogéneas. Eluden todo lo que pueden el anacronismo. Los énfasis épicos de las “confesiones” -tan afines al puritanismo protestante- de homosexualidades y vulnerabilidades de arrastre familiar, quedaron algo mustias, pero no afectan el resultado final.

Y hablando de final… con aquel final de trajes dorados -que se volvió tradición universal para el género- Pashkus-Wons se terminan de ganar el favor del público.

Felicitaciones entonces, porque de eso se trata.

 

Elenco: Laura Conforte, Martín Ruiz, Sofía Pachano, Gustavo Wons, Jessica Abouchian, Mariana Barcia, Evelyn Basile, Menelik Cambiaso, Ezequiel Carrone, Juan Martín Delgado, Nicolás Di Pace, Augusto Fraga, Clara Lanzani, Martina Loyato, Emi Obrn, Matías Prieto Peccia, Nicolás Repetto y Mariu Fernández.