A 51 años del estreno, Pablo Gorlero dirige en la Ciudad Cultural Konex su propia versión de la obra que cambió el modo de hacer musicales en Broadway. Casi 40 artistas en escena en un trabajo que revalida la idea de que es posible cambiar el mundo a través de la paz y el amor
Desde que en 2015 estrenó su primera obra como autor y director de teatro musical (Sr. Imaginación), Pablo Gorlero no ha dejado de plantearse desafíos. Llevado de la mano por el experimentado Ricky Pashkus en una serie de shows que reunieron a grandes figuras del género (Primeras Damas del Musical entre otros), Gorlero descubrió que “el trabajo con la masa escénica me atrae” e inició un camino en solitario. Con el infantil Saltimbanquis, del italiano Sergio Bardotti y nuestro compatriota Luis Bacalov, consiguió su primer gran suceso de público (la obra inicia su cuarta temporada el 18 de este mes en el Centro Cultural San Martín), y a ésta le siguieron De Eso no se Canta, donde reunió textos y canciones prohibidas de todos los tiempos (actualmente en cartel en La Comedia), y ahora Hair, la obra que en los años ’60 cambió la manera de hacer musicales en Broadway.
“Hair llega a mí muy fuertemente en el momento en que hice la investigación para los libros que escribí sobre historia del teatro musical. La obra en sí y los episodios que rodearon a su estreno en Broadway y en Buenos Aires me empezaron a interesar. También me animó el recuerdo de haber escuchado el disco en casa siendo chico. Vi dos versiones acá, y después la vi en Los Angeles y en Nueva York. Pensé ‘si algún día me atrevo a dirigir un musical va a ser éste’, porque me llega de una manera diferente y siento que lo conozco bien”.
Sin embargo, pasaron cuatro años desde que Gorlero le propuso la obra al Complejo Teatral de Buenos Aires (que reúne a las salas públicas de ésta ciudad) hasta su estreno, la semana pasada, en otro ámbito, la Ciudad Cultural Konex, y con productores comerciales. “Tal vez el Complejo Teatral hubiese esperado que le ofreciera algún otro infantil, pero le propuse Hair -admite el director-. Mi discusión con los teatros oficiales ha sido siempre por qué consideran clásico a una obra de Arthur Miller o de Ibsen, y no a musicales como Hello Dolly o Mi Bella Dama, tal como lo hacen muchos teatros oficiales del mundo”. De todos modos, la respuesta a su propuesta fue afirmativa y le prometieron el Teatro Presidente Alvear. Pero como la sala permanece cerrada y en refacciones desde mayo de 2014, la espera se hizo demasiado larga y Gorlero consiguió el apoyo de Andy Ovsejevich (director del Konex) y de Lino Patalano para finalmente estrenar en el circuito comercial.
¿Con qué parte suya conecta íntimamente la obra?
Probablemente, si hubiese nacido veinte años antes hubiera sido hippie. Hair me conecta con la filosofía de los hippies, con su ímpetu y su convicción de que podían cambiar el mundo a través de la paz y el amor. Ellos estaban convencidos de eso. Toda la dialéctica hippie, tan idealista, me toca íntimamente porque creo en eso. Aunque disiento con algunos errores que cometieron y que hicieron que el movimiento fracase.
¿Como cuáles?
Tal vez la convicción que tenían de que la expansión de la conciencia se lograba a través del consumo de ciertas drogas. En parte fue eso lo que hizo que el movimiento se derrumbe.
Para llevar a escena Hair, Gorlero se rodeó de un equipo creativo con el que ya ha venido trabajando en otros proyectos: Juan Ignacio López en la dirección musical, Verónica Pecollo en la coreografía, Daniel Landea en la dirección vocal, y gente reconocida del medio teatral como Renata Schussheim en el diseño de vestuario y Gonzalo Córdova en la iluminación. El elenco se compone de treinta actores, a los que acompañan ocho músicos en vivo.
Puesto a dirigir, ¿cuál fue el mayor reto al que se enfrentó?
Hacer Hair ya es un desafío enorme. Es una obra de contracultura. Cuando se estrenó en Broadway en 1968 cambió la forma de hacer musicales. Los autores (James Rado, Gerome Ragni -libro y letras- y Galt Mac Dermont -música-) no venían del palo del musical y querían hacer algo prácticamente opuesto a la manera en que se hacían los musicales en Broadway. Buscaron hacer una obra que no fuera de trama sino de situaciones. Hair no tiene un argumento que lleve la obra adelante de manera muy sólida. Está constituida por una serie de viñetas que la comunidad va contando y que van armando una trama muy leve sobre uno de sus hippies, que viene de la clase media y no sabe si seguir la vida en comunidad o atender los mandatos sociales, tener una profesión e ir a la guerra. La estructura dramática de la obra no es convencional.
¿Qué tiene para decir Hair en este momento de la Argentina?
Es el momento justo para traerla porque estamos atravesando días de violencia extrema. La televisión nos muestra un caso policial tras otro, con escenas explícitas. Vivimos con una violencia impuesta permanentemente, la sufrimos, sentimos miedo. Volver al mensaje de una comunidad que creía que la paz y el amor eran el camino no podría ser más oportuno.