Entre el Vértigo y la Tensión

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En La Sensación, tres músicos de jazz y dos bailarines trabajan en una composición simultánea de música y movimiento. Foto: EY!ColectivoGrafico-Tute Delacroix

Balletin Dance entrevistó a Mariana Blutrach, Gustavo Lesgart y Romina Pedroli, los tres artistas de La Sensación, que podrá verse los miércoles de agosto a las 20 hs, en el Teatro El Picadero

 

Mariana Blutrach es coreógrafa, bailarina y docente, siempre interesada en los diálogos que establece la danza con otros lenguajes, en especial el cine. Así armó equipo creativo junto a los reconocidos bailarines Gustavo Lesgart y Romina Pedroli, quienes también participaron de su obra anterior: La Vida de Ella, ganadora en 2017 del Premio al Fomento de las Artes que ofrece Radio France Internacional. En La Sensación se suman en escena, los músicos Hernán Jacinto (piano), Ramiro Flores (saxo) y Flavio Romero (contrabajo).

 

¿Qué es La Sensación?

Mariana Blutrach: Es una obra donde tres músicos de jazz y dos bailarines trabajan en una composición simultánea de música y movimiento. Hay una estructura, podríamos decir tres escenas que de alguna manera están relacionadas, aunque eso queda liberado al imaginario del espectador. Tiene partes coreografiadas y hay espacios abiertos a la improvisación, un poco como se arma la música en el jazz.

Gustavo Lesgart: Es un espectáculo empapado de la energía del jazz: descontracturado, abierto y lúdico.

Romina Pedroli: No tiene ese peso de la obra como algo cerrado en sí mismo, no hay narración, abre otro espacio que para mí es rico y diferente.

 

¿Hay un argumento?

GL: Hay una partitura y un “sobre qué improvisamos”, pero no una historia.

MB: Todo cuenta, más allá de que uno no se proponga contar una historia, es un trabajo que apunta justamente a buscar una sensación. Todo el tiempo hay distintos tipos de relatos, que tienen que ver con la soledad, con los encuentros; eso está y sucede, son imágenes y tensiones aunque no haya un cuento narrativo.

 

¿Y respecto del lenguaje?

RP: No tiene nada que ver con la danza jazz, es más la estructura de la música: ir y volver a partir de las variaciones de un tema. Son muchas creaciones en simultáneo y eso es lo que tiene de interesante. Los músicos no vienen con una pieza totalmente armada sino que crean sobre nosotros y al mismo tiempo nos modifican, atraviesa de lleno lo que hacemos.

MB: Trabajamos mucho con improvisaciones, algunas cuestiones coreográficas están fijas y otros espacios van a quedar abiertos a cada función y a la conexión entre ellos.

GL: Y con los músicos. Porque es muy potente laburar con músicos en vivo. Son personas que están en el escenario compartiendo con nosotros: bailamos su música mientras ellos siguen la danza. Es dialéctico: hay una escucha permanente y muy activa.

MB: Una tensión

 

¿Esa tensión es del orden del placer o del vértigo?

RP: Para mi es ambas: es un placer improvisar con Guchi [Lesgart] pero a la vez me da vértigo porque yo no vengo de ese palo y me hace abrir mucho la escucha, no perderme y anclar en el ahora. Es vertiginoso pero a la vez poderoso y totalmente diferente a todo lo que he hecho.

GL: Es muy distinto improvisar, a bailar una coreografía. Pero cuando encarnás la improvisación deja de ser vertiginosa, estas ocupado haciendo lo que haces. En la coreografía todo está un poco más seteado: hay vértigo, tensión y disfrute, pero las sensaciones del intérprete ya están probadas, vos sabes cuándo te vas a agitar más, cuándo hay mayor velocidad o destreza. Acá eso está abierto.

RP: Hay algo de lo efímero también.

MB: No podes quitarle el cuerpo a esto, tenés que estar y eso te lleva inevitablemente a la emoción. Hay que habitar esa tensión y en ese encuentro también se produce algo de lo actoral, una presencia que trasciende el bailar y que ellos lo tienen como intérpretes. Los dos tienen mucha experiencia, eso se percibe y es un placer verlo.

 

¿Es un proyecto de los tres?

MB: La idea es mía, pero no podría haberlo hecho con otras personas que no fueran ellos. La coreografía es de los tres, así que ellos son autores también.

 

¿Cómo es su vínculo?

GL: Nos conocemos de toda la vida. Con Romina fuimos compañeros en la escuela del San Martín y después nos fuimos cruzando por los lugares donde la danza nos iba llevando. Con Mariana bailábamos en Nucleodanza en los ´80, éramos muy jóvenes.

 

¿Cómo es para alguien que también es creador, ponerse en el lugar de intérprete?

GL: Es un descanso porque no hay que ocuparse de un montón de cosas que le tocan al director que está al frente de todo, especialmente como se trabaja en Argentina en el ámbito independiente donde estas obligado a ser productor, y eso se vuelve algo inseparable de la creación. Es un trabajo enorme: dime cómo produces y te diré como creas.

MB: Es agotador, por eso es un placer poder trabajar con ellos con quienes hubo un diálogo artístico y horizontal durante todo el proceso creativo. Lo mismo pasa con los músicos, recién salimos de un ensayo donde estuvimos componiendo la música de una coreografía, es muy interesante pero no deja de ser un desafío. Por suerte ellos estaban muy entusiasmados en hacer algo con la danza, son muy sensibles y asumieron el reto, pero entiendo lo que dice Gustavo, está bueno no tener que ocuparse de todo.

 

¿Compensa hacer todo este trabajo por cuatro funciones?

MB: Es interesante traer un espectáculo de estas características a un teatro más comercial y es un gran desafío montar acorde a este espacio y lugar. En principio planteamos cuatro funciones que son como cuatro recitales, un poco porque fue muy difícil compatibilizar agendas pero también para ver cómo va, la idea es después seguir.

 

¿Lo piensan como una obra o un espectáculo?

MB: Pienso que es un espectáculo, porque es espectacular verlos a ellos cinco en escena, y esta tensión del puro presente, del vivo estridente donde no hay repetición, le da un interés que tienen los propios intérpretes y que es imposible que no atraviese al espectador. También tiene que ver con la cercanía que permite esta sala, se crea un ámbito muy íntimo y eso es muy interesante con semejantes artistas.

 

En la gacetilla de prensa incluyen una cita del filósofo Gilles Deleuze…

MB: Deleuze decía que a veces a partir de algo azaroso como una mancha, se empezaba a construir toda una pintura, y eso es algo que, en general, se puede encontrar en la improvisación: esa especie de devenir, que en nuestro caso tiene que ver con el fluir entre música y danza. Estar ahí de cuerpo presente y abierto a lo que sucede, colocarse en situación de dejarse empapar con lo que van a ver y escuchar, eso también es La Sensación.

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Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.