El Ballet de Viena se Desliza por el Cielo

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Ketevan Papava y Eno Peci. Con o sin falda, según se representa a la musa o a la mujer. Foto: Wiener Staatsballett | Ashley Taylor

Una vez más el deseo de distanciarse del suelo para tomar vuelo inspira la creación de una amable noche de danza ofrecida por el Ballet de la Opera de Viena que dirige Manuel Legris. Symphonie in C de George Balanchine, Murmurations de Edward Liang y Blanc, una nueva producción de la estrella en alza, el argentino Daniel Proietto

 

Balletin Dance tuvo la fortuna de asistir al ensayo general de la producción el 31 de octubre, compartiendo con sus protagonistas las tensiones y emociones típicas del día previo al estreno. Nacido en París en 1947 como Palais de Cristal, al año siguiente para su estreno neoyorkino pasó a llamarse Symphonie in C, acentuando la importancia de la relación esencial entre música y danza típica del trabajo de Mr. B. En Viena, se produce un punto de encuentro entre las dos: tutús blancos, mallas negras y telón azul como en la versión americana, pero con una manera de bailar mucho más afrancesada, más atenta al cuidado de las poses y la pureza técnica, con menor velocidad y desequilibrios. Fueron una excepción las parejas del segundo movimiento (Liudmila Konovalova-Vladimir Shishov) de fuerte química y un trabajo de punta muy fluido, y la del tercer movimiento (Nina Tonoli-Denys Cherevychko) de excepcional brío, menos intimidada para los desbalances. La obra se presta como un gran desafío para cualquier compañía de ballet y que, en este caso, denota un dualismo interesante.

Murmurations desarrolla ese fenómeno típico de las bandadas de estorninos (pájaros originarios de Europa meridional) que dibujan y enlazan vuelos en formaciones cambiantes. Con esta idea Edward Liang, director del Ballet Met, se abre poco a poco a una dimensión más humana, que desemboca en encuentros más íntimos. Antes de deslizarse nuevamente en series en canon, Liang se detiene, demasiado, en un dúo que podría considerarse el centro emocional de la pieza. La composición musical de Ezio Bosso se presta a los intentos del coreógrafo, que logra crear espacios panorámicos de amplio respiro gracias a las atmósferas kylianas (que han sido parte de su experiencia como bailarín), pero que dejan este trabajo como coreógrafo poco personal.

Contemporáneo pero al mismo tiempo ligado a la tradición fue Blanc, la nueva obra de Daniel Proietto. Partiendo de Les Sylphides, un clásico del ´900 (que a su vez era un homenaje al ballet romántico del siglo anterior), el argentino expresa la nostalgia por el mundo donde el épaulement tenía un rol más determinante que el de hoy en día, cuando la figura de la bailarina aún representaba ese ideal tan ambicionado, que podía hacer que el hombre sacrificara cualquier cosa por ella. Como en Fokine, Proietto desarrolla la coreografía alrededor de la figura del poeta, a quien suma el don de la palabra. El actor Laurence Krupp recitó en escena (textos de Alan Lucien Øyen) aquello que su sombra, el elegante Eno Peci, prefirió bailar. Se trata de la búsqueda del poeta de su musa inspiradora, que inicialmente encuentra, rodeada por amorosas sílfides, que se alegran en calurosas sensaciones de satisfacción y plenitud. Pero poco después cae en el vacío de haber perdido lo que un momento antes había logrado tener, acabando circundado por willis transfiguradas, generadoras de pesadillas. Al mismo tiempo, las notas acogedoras del concierto Nr.1 op.11 e-Moll de Frederic Chopin son suplantadas por los azotes de Mikael Karlsson. Se suma el uso constante de proyecciones que ofrece a la obra un toque cinematográfico. Para finalizar, el poeta se encuentra frente a frente con la encarnación de su musa (la impalpable y armoniosa Ketevan Papava), pero no será capaz de repetir la magia que había podido crear en precedencia por lo que la dejará escapar, esta vez en silencio, dejando a su sombra bailar en primer plano, aquello que muy probablemente las palabras nunca van a poder expresar.

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Fabio Toraldo
Nació en Taranto, Italia. Allí se formó como bailarín y en Florencia en la escuela del “Balletto di Toscana”, donde también estudió historia de la danza con Silvia Poletti, célebre profesora, periodista y crítica de danza. Empezó su carrera profesional como integrante del ballet de la Ópera de Leipzig (Alemania) bajo la dirección de Paul Chalmer, y siguió trabajando con Robert North en la compañía de los Teatros de Krefeld y Mönchengladbach. Bailó en la compañía de Ballet de la Ópera de Graz (Austria) bajo la dirección de Jörg Weinöhl (2015-2018) y de Beate Vollack (2019-2020). Desde 2020 se desempeñó en el rol de Souffleur para la ópera y ocasionalmente en calidad de Regieassistent. A partir del verano 2022 continuó evolucionando su visión artística en el Teatro de Regensburg en Alemania como Regieassistent y coreógrafo. En el verano de 2023 comenzará su labor con ese mismo rol, en el Teatro de la ciudad de Bremen.