A veces, algunos objetos, pasan a ser fetiches de la cultura y, a veces, han sido personas esos objetos hechos fetiches, como, por ejemplo, Lennon, Van Gogh, y en la danza, Isadora o Nijinski
Boceto para la Siesta de una Fauno, una creación de Mariela Ruggeri, interpretada por Alba Virgilio y Lucas Díaz, se presentó los miércoles de septiembre en el Centro Cultural de la Cooperación. Este boceto intenta trazar algunas líneas que expongan aspectos del proceso creativo de La Siesta de un Fauno de Vaslav Nijinski, obra que también podría calzar como objeto fetiche cultural. Mucho se ha escrito sobre su efecto de ruptura en la danza y en la cultura dominante de su época (1912). Tópicos de este quiebre son lo erótico de modo explícito y el alejamiento de la tradición del ballet. Tópicos que ensalzan a su creador y lo presentan (o alejan) fetichizado.
Ruggeri no se interna en esto, sino que elige señalar determinaciones más directamente referidas a lo que hace a movimiento.
Sobre un tinglado argumental básico, a lo largo de la pieza, una mujer va contando, casi periodísticamente, el itinerario de construcción de la obra del ruso. Particularmente insistiendo en que, en líneas generales, esa construcción deba verse o comprenderse en su transparencia. Llega a brindar una síntesis: basta con observar los movimientos, rectas, círculos, algún salto, no más, para entender su movimiento. Más la gran carga poética. Desde los antecedentes (el poema de Stéphane Mallarmé, inicio de la cadena, y el preludio de Claude Debussy basado en aquel), que terminan reunidos en la coreografía de los Ballets Russes.
La tensión propia de Nijinski como creador (más allá de su torturada enfermedad mental), manifiesta incluso en discusiones con su hermana, Bronislava Nijinska, en la propuesta de Ruggeri implicaría y sería consecuencia de las dificultades que padecía el coreógrafo-bailarín para darse al mundo en su manera de comunicar su arte. Pero también es cierto que ese mundo burgués en el que deambulaba tenía limitaciones que él no podía o quería ver. Resultado: su sufrimiento que, en otro orden, era también un suplicio como el del fauno.
Un simple dispositivo escénico hecho con una pelota, una silla, unas cintas de pintor, música de Claude Debussy y John Cage, y tres personajes: los hermanos Nijinski y la narradora, metidos en el meollo de esta creación, hacen sucederse fragmentos argumentales que relatan y contextualizan, gestos y actitudes que desgarran, movimientos que remedan simples actos y que se complejizan en su ejecución.
En función, Alba Virgilio, desdoblada en narradora y Bronislava Nijinska, ofreció ricos matices de actuación y movimiento, y Lucas Díaz, con una muy buena performance, recreó un Nijinski en baile de fauno y en raptos de esa danza que emergía novedosa.
Boceto para la Siesta de una Fauno, una reunión directa, simple y clara como hipótesis de una biografía de una creación.