La bailaora argentina radicada en España, Natalia Meiriño regresa a nuestro país con el espectáculo Cádiz se Bebe el Sol, junto a la gaditana Claudia Cruz, para recorrer durante el mes de abril distintas ciudades del interior, con un cierre de gira los días 20 y 21 en el Perro Andaluz de Buenos Aires
En una entrevista exclusiva para Balletin Dance Natalia Meiriño habló sobre los cambios que están sucediendo en el flamenco en España y la posibilidad de volver a instalarse por un período aquí en la Argentina. Ha recorrido gran parte del mundo bailando y dictando talleres; Japón, Rusia, Francia, España y también Latinoamérica; hoy para poder llevar adelante su carrera debe también asumir los riesgos que implica la producción.
¿El destino de todo bailarín será siempre producirse a sí mismo?
Inevitablemente en esta época, sí. Porque es muy difícil encontrar una persona que apueste económicamente al arte, que haga una producción. Así que cada uno se tiene que auto gestionar, buscar los artistas, las luces, el técnico, el teatro… muchas veces tenés que guiar en todo. Generalmente es la bailaora la que propone y la que gestiona.
¿Qué está pasando en España que cada vez vienen más maestros a dictar clases y a presentar sus espectáculos en pequeño formato?
Mi sensación es que antiguamente eran más los extranjeros que iban a España, porque viajaba el maestro y luego llevaba el conocimiento a sus alumnos. Con la globalización todos los alumnos tienen acceso a los videos de los maestros españoles en youtube y creo que ahora es más rentable que en lugar de viajar una persona a España, invite al maestro a su propio país.
Por otro lado, quizás es una visión un poco apocalíptica, pero creo que en España cada vez hay menos gente que llega a estudiar flamenco e incluso que hay menos españoles dedicándose al flamenco (pensando que tenga una salida laboral). En cambio, los tablaos sí mantienen una afluencia de público. Tampoco hay tantos festivales como antes… No hay programadores que se dediquen a poner el flamenco en un buen lugar. A excepción de la bailaora Sara Baras, casi no hay grandes producciones. No hay muchas compañías estables y eso hace que no haya salida laboral, que no haya oportunidades. Me acuerdo que antes, llegabas a Amor de Dios, o al Horno, o el Comborio y había una cartelera gigante que decía ‘se busca bailarín, se busca, casting, etc.’ y ahora no.
El panorama laboral en España en el ámbito de los flamencos verdaderamente es desolador, incluso varios estudios de danza cerraron sus puertas, quizás por las políticas económicas o quizás porque el interés de la gente pasó a otra instancia. Incluso en Sevilla ahora hay artistas actuando en las calles para ganarse la vida y los tablaos sólo se llenan de extranjeros.
¿Cómo fue en su caso el encuentro con Claudia Cruz?
Nos conocimos en el tablao El Flamenco, de Tokio (Japón) y luego coincidimos en la compañía de Antonio el Pipa, con la cual hicimos muchas giras juntas. Nos llevamos muy bien, hace diez años que somos amigas, nos entendemos y también hicimos algunas cosas juntas en Sevilla. Ella siempre me decía -cuando veía las fotos de tortas y repostería de Argentina- ‘cuándo me vas a llevar a tu tierra, que quiero conocer’. Entonces este es un emprendimiento que hacemos juntas, las dos, ya que verdaderamente es muy difícil producir. Arrancamos con talleres y actuaciones el 11 de abril en Córdoba, luego vamos a Rosario, actuamos en Paraná el día 15, viajamos a La Plata y luego en Buenos Aires el 20 y 21 de abril es el espectáculo de cierre. Después Claudia viajará a Montevideo.
Cádiz se Bebe al Sol ¿tiene alguna línea argumental?
Es un espectáculo de flamenco, ambiente de tablao, y la frescura de la danza sin ningún hilo argumental, sin marcajes ni directivas. Vendrá desde España el cantaor Jesule de Utrera y a la guitarra se sumará Rodrigo González.
A la luz de las nuevas corrientes de investigación en universidades españolas en relación al flamenco y la cuestión de género ¿cómo define el lugar de la mujer dentro del flamenco?
Sinceramente creo que el flamenco sigue siendo machista en su concepción, pese a que está muy abierto en cuanto a la temática inclusiva. Antiguamente había mucha diferencia entre gitano payo, hombre, mujer. Hoy por hoy esas diferencias se potencian para fundirse en la palabra artista sin importar el género. Ya nadie se sorprende de ver guitarristas o cantaoras mujeres o bailaores con bata de cola. Además de abordar temáticas sobre sexualidad y colectivo LTGB. El concepto de arte va más allá del género. Y en general hay muy buen rollo y tolerancia entre los compañeros.
Además de las propuestas para el mes de abril la bailaora Meiriño se quedará algunos meses trabajando en Argentina, con clases y actividad de jurado en eventos de danza, “aquí hay más espectáculos y buen nivel de trabajo entre los colegas”, afirmó.