La Cicatriz es la Opera prima de la bailarina y coreógrafa Carla Lanzi, reestrenada el 5 de septiembre en El Galpón de Guevara, una pieza de danza-teatro, que pudo apreciarse todos los miércoles
Como un flash inteligente, sensual y revelador transcurren los 45 minutos que dura esta puesta en un único acto. Seis cuadros: Violencia en situaciones cotidianas; Amor sano -amor tóxico; Abuso infantil; Trata de personas; Religión y Violencia en la pareja conforman la estructura coreográfico-dramática lograda por Carla Lanzi. Cinética y silenciosamente expresa casi toda la problemática de género que, más allá de ser milenaria, cobra plena vigencia en este inquietante siglo XXI.
Cuatro parejas de bailarines (Hernán Alegre, Juan Fonsalido, Gustavo Ronchi, Matías Payén, Cecilia Estévez, Lara Escolar, Florencia Paludi, Pilar Rodríguez Rey), a pura danza, dominan la escena con un mutismo gutural y desgarrador que espeta vivencias, donde, quizá, para un observador ultra exigente sólo faltaría la lucha del movimiento “Lesbianas, gay, travestis y bisexuales” (LGTB). Aunque, podría obviarse gracias a la valentía de la escena Religión, pues va al centro de las causas exponiendo el trato cuasi misógino que contienen las tres religiones monoteístas desprendidas de la Santa Biblia: Judaismo, Cristianismo y el Islam.
Balletin Dance, conversó con la autora, quien expresó, que: “la temática versa sobre la violencia de género, soy feminista, pero no estoy en contra de los hombres ni comparto posiciones extremas. Creo en la igualdad de derechos, incluso en la de todos los seres vivos, y ahí, a mi juicio, radica la problemática actual que cobra tintes dramáticos y trágicos en la vida real. Esas huellas dolorosas van más allá de la piel, pues laceran para siempre el alma, y es lo que quise mostrar en la obra. El cuadro de la religión fue el más difícil, pues hay muchos miedos y no deseaba herir susceptibilidades. Hay quien profesa cultos sin llegar a extremos, pero las prácticas ortodoxas evidentemente cosifican a la mujer. Así nacen los argumentos justificativos de femicidios, violaciones, coacciones y otros tantos males.” Y agregó: “Actualmente convivo con familias en que el hombre se sienta a la cabecera de la mesa y espera a que lo sirvan. Los hijos varones no se levantan y las mujeres sirven la mesa, retiran los platos y los lavan. Entonces, es cuando no entiendo nada.”