¿Por qué es más fácil imaginar el fin del mundo que imaginar el mundo cambiando para mejor? Si esta pregunta es pertinente implica que una primera solución utópica para la mejoría ha fracasado
En el Teatro General San Martín, la compañía Joan Clevillé Dance, radicada en Escocia, presentó Plan B for Utopia (Plan B para Utopía), dirigida por Clavillé e interpretada por él junto a Solène Weinachter.
La pregunta arriba citada es el texto con el que Weinachter, hablando a los espectadores con micrófono, inició el espectáculo. Clevillé contestó: “Buena pregunta”. De ahí en más se desplegó la pieza, propuesta como un juego entre infantil, trivial, ácido y sin solución de continuidad que, siempre de modo directo a público, presentó aproximaciones que invitaban a observar y reflexionar sobre lo contundente o indirecto de comprometerse con aquella “Utopía” que aparece en el título.
Más que un señalamiento a Utopía (nombre inventado por Tomás Moro para aquella isla de buena organización sociopolítica), en la obra se ofrecen tránsitos que involucran las pequeñas soluciones individuales para alcanzar algo mejor. De ahí, tal vez, lo de “plan B”, una segunda opción.
La creación de Clevillé apela a diversos e inmediatos recursos simples, comprensibles en su mayoría a pesar de que el texto, abundante, se vierte en inglés y francés (sin subtítulos). Abundan los juegos infantiles con objetos de juguete, o la celebración, también infantil, de un cumpleaños, o relatos con personajes ostensiblemente caricaturescos, o canciones muy famosas cantadas o remedadas (When you Wish Upon a Star –Cuando le pedís a una estrella-, Harline y Washington; Over the Rainbow –Sobre el arco iris-, Arlen y Harburg; What a Wonderful World -Qué mundo maravilloso-, Thiele y Weiss; Imagine –Imagina-, Lennon). Los actos simples exponen arreglos que van de la creación en juego de niños a relatos inmediatos, vía canciones reconocibles que aluden a estados de armonía y potencial realización individual y grupal, construyen una especie de lenguaje universal hacia la consecución de hipotéticas felicidades.
En escena, ambos performers mostraron notables capacidades interpretativas en lo teatral, musical y danzado. Los tramos de baile pasaron por lo popular, contact improvisation, algo de jazz, contemporáneo, evidenciando a dos sólidos bailarines.
Con dominancia en lo lúdico y la trivialidad de ser ostensibles en cada acto y gesto, Plan B for Utopia fue tanto un divertimento alegre como una apertura a pensar sobre las posibilidades que caben para ir a mejor. A pesar de tanta dificultad en el mundo para los individuos, y tal como cierra el espectáculo, cabe decirse: “Tenés un plan, y después no. Tenés un sueño, y te despertás. Estás loco de amor, y se te rompe el corazón. La cuestión es: ¿recogés los pedazos y lo volvés a intentar?”