Asuntos Pendientes

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Acróstico de Diego Rosental. Foto: Alejandra del Castello

2018 fue una vorágine de obras y acontecimientos que cautivaron nuestra atención, y si bien el corazón es grande, la extensión de esta revista es limitada, dejando siempre algo por fuera. En este especial de verano repasamos algunos pendientes que quedaron en el tintero

Mi Fiesta fue una de las gratas sorpresas del año. Cautivante y filosa, Mayra Bonard (dirigida por Carlos Casella) expuso en escena la materialidad de su cuerpo unida a la fragilidad del recuerdo, revelando que esa masa visible, compuesta de músculo, hueso y piel, de cavidades y redondeces, se va construyendo junto a una estructura intangible y sutil a la vez que fundacional. El trabajo es altamente recomendable y se repondrá en 2019 en el Cultural San Martín.

Julieta Rodríguez Grumberg volvió con Una de Amor, dejando en claro que si había algo nuevo que decir acerca del tema, era a través de la danza. La pieza ofreció imágenes intrigantes, divertidas y bellamente iluminadas.

En su tercera temporada, La Intemperie de las Cosas, creada e interpretada por Belén Coluccio y Andi García Strauss, también se distinguió en cartelera. Con un uso sosegado del tiempo, inquietante y a través de inesperados recursos lumínicos y sonoros en relación a los espacios, la obra construyó una atmosfera de dimensiones paralelas, resultando un atractivo desafío para los espectadores. En octubre, Coluccio estrenó Frenta dentro del ciclo Danza Sub 30 del Centro Cultural Ricardo Rojas. En formato de solo, con una impronta performática y muchos menos elementos que en La Intemperie… pero con una marca de estilo común, reconocible en la complejidad conceptual que denotan ambas puestas y su capacidad de estimular la mirada crítica. Frenta circulará de forma itinerante en 2019.

El Refugio de los Invisibles fue la fascinante propuesta de Catalina Briski (formará parte del 12 FIBA del 23 de enero al 3 de febrero), y en mayo se estrenó la última creación de Silvina Grinberg, El Escape del Gusano. Con poéticas radicalmente distintas, ambas obras conformaron universos originales y contundentes, a través de talentosos elencos, virtuosamente dirigidos. Tanto La Intemperie de las Cosas como El Escape del Gusano, fueron co-producidas por el Teatro del Perro, que también programó la obra de Briski, estableciendo una línea curatorial que puso a la danza en un lugar de privilegio y que no es frecuente encontrar tan bien definida, en otras salas.

El Teatro del Abasto, dirigido durante 15 años por Norma Montenegro, ocupaba un rol con características similares, que también apostó por una programación de danza en temporadas anuales, cuando ningún otro teatro lo hacía; pero junto a El Kafka, conducido en cooperativa por Graciela Schuster, Rubén Szchumacher y Paula Travnik, se sumó al listado de salas emblemáticas que no levantaron el telón en 2018. Si bien ambos espacios cerraron por circunstancias particulares, es innegable el impacto de una serie de políticas culturales que configuran un país en el cual un teatro vale más por el precio de la propiedad que por el aporte que supone para su comunidad.

Con una puesta hipnótica y original, Magy Ganiko sostuvo una temporada en el Centro Cultural Borges de su sensual Bitnus, inspirada en el libro homónimo de Luz Pearsons, mientras que Diego Rosental ocupó la sala Cancha del Centro Cultural Ricardo Rojas con Acróstico, en un singular formato de biodrama que también se ha ganado un espacio en el próximo FIBA.

El foyer del Teatro San Martín se convirtió en una extensa pista de danza mediante el ciclo Bailemos en el Hall, que se ocupó de forma novedosa y lúdica con propuestas tan variadas como atractivas, entablando un vínculo de real feedback entre la danza profesional y la comunidad. Esta propuesta resultó análoga a la creación de los “clubes vecinales de teatro”, constituidos en el Teatro Regio y De la Ribera, para ofrecer beneficios entre los vecinos a través de un carnet de pertenencia. En esa línea de captación de nuevo público, puede incluirse el lanzamiento del “Pase Cultural”, una tarjeta con crédito y ofertas para consumo cultural, destinada a estudiantes de 4º, 5º y 6º año, en donde Balletin Dance es editorial adherida.

Por su parte el Teatro de la Ribera activó un circuito fluido a través de la programación de ciclos como Danza al Borde en el espacio de los ventanales y Danzas en Compañía, con invitados como la Compañía Nacional de Danza, el Ballet Folklórico Nacional, la Compañía de Danza y el Grupo de Experimentación en Artes del Movimiento de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), además de la exhibición de los proyectos de residencia. Esta circulación, que favoreció la proyección de dichos elencos, fue complementaria a la actividad del Centro Cultural San Martín que ofició -tal como lo hará este año- como sede de los premios graduados de la UNA, laboratorio Prodanza y residencias Danza al Borde. Ojalá este tipo de alianzas logren poner a Buenos Aires en las vías de un proyecto cultural real e integrador, que trascienda a la comunidad artista para llegar en forma efectiva a un mayor espectro de la sociedad. Así sea el 2019.

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Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.