Intérpretes y directores se han dado a la tarea de rescatar materiales de archivo de la danza argentina, como videos, documentos y escritos, para generar nuevas propuestas escénicas, que parten de imaginarios, pautas de improvisación y formas de hacer movimiento de décadas pasadas
La meta de estos trabajos, no es imitar o reponer anteriores puestas, sino reconocer concepciones de aquella danza en un contexto actual, además de dar mérito a bailarines de antaño que se animaron a experimentar con el movimiento. Algo que la danza argentina se debe, es rescatar trabajos de coreógrafos y piezas de vanguardia que han quedado perdidos entre documentos de bibliotecas.
Generalmente la historia toma como referentes de la danza contemporánea y la performance a artistas europeos y norteamericanos, sin dar demasiada cuenta, que en nuestro país existieron bailarines/as que décadas atrás rompían normas, imponían tendencias y experimentaban. Ana Itelman, Iris Scaccheri, María Fux, por mencionar unas pocas.
En la década de 1960 el Instituto Di Tella financió diversas obras y proyectos artísticos, cuyas piezas plásticas son las que mayormente se reconocen. Pero la danza también tuvo su lugar para la investigación con propuestas que la abordaban de una manera diferente y que aun hoy son transgresoras entre los artistas independientes. Obras como La Fiesta, Hoy o ¿Jugamos a la Bañadera?, contenían juegos de formas, personajes antropomórficos o desafíos a la normativa vigente con acciones de los intérpretes, que no eran comunes en ese entonces. Elementos que siguen sorprendiéndonos, pareciéndonos foráneos y considerándolos de vanguardia, pero que como observamos fueron usados décadas atrás en nuestro territorio en la danza.
Estudiosos de la danza como Ana Caterina Cora, Sofía Kauer y Nicolás Licera Vidal, llevaron adelante durante 2017, un proyecto documental, teórico y escénico llamado Danza Actual, Danza en el Di Tella (1962-1966). Residencia que agrupó a varios bailarines y performers, cuya consigna fue trabajar sobre archivos del Instituto. Fue Licera Vidal quien explicó a Balletin Dance que no pretendían reponer aquellas obras, sino más bien rescatar corporalidades y conceptos que en ese entonces se abordaron.
Al año siguiente, en el Festival de Danza Contemporánea de Buenos Aires, Licera Vidal y Kauer estuvieron a cargo de La Fiesta Hoy, Hoy: Ana Kamien y Empecemos a Hablar en Broma: Graciela Martínez, gestadas a partir de registros visuales, textos y la colaboración de las propias coreógrafas (Kamien y Martínez). El proceso escénico se llevó adelante permitiendo que se rescaten pautas y formas originales, pero re-contextualizándose y respetando a sus nuevos intérpretes y espacios.
Otro de los casos de rescate, tiene a la gran María Fux como protagonista, creadora de la danzaterapia y también maestra de la improvisación. Su nombre resuena una y mil veces en María sobre María de Lucia Llopis, quien llevo a María Kuhmichel a encontrase con una memoria y una danza nueva para su corporalidad.
Luego de analizar textos y ver videos, la bailarina se sometía a las propuestas escénicas que décadas atrás había llevado a cabo María Fux. “No intentaba imitarla, sino que buscaba reproducir su imaginario. Invocar a esta figura desde mi experiencia a veces era muy difícil, además sentía que su concepción sobre la danza fue y es revolucionaria”.
Lo que tienen en común estos trabajos es su intención de apropiarse de corporalidades desde los métodos de composición de la danza contemporánea. María sobre María, Danza Actual… y otros trabajos similares como Itelmania de Josefina Gorostiza y Jimena Pérez Salerno o EIR de Marina Sarmiento, excavan documentos, estados físicos e imágenes para generar nuevos registros, impulsos y movimientos en contextos actuales.
Generan un formato escénico de danza documental, que logra rescatar nombres de artistas que muchas veces quedaron en el margen de los textos de historia. Y simultáneamente crean nuevos registros en la convivencia de actuales conceptos y fiscalidades.