Versatilidad en Arranque

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Clear de Stanton Welch. Foto: Máximo Parpagnoli

El mes pasado el Ballet Estable del Teatro Colón, dirigido por Paloma Herrera, presentó dos programas diferentes, consecutivos (algo inusual en este elenco), que permitió apreciar la evolución que vienen desarrollando los bailarines

El Corsario de Anne Marie Holmes, casi un caballito de batalla para la compañía, despliega el encanto de personajes bien definidos, con un toque de diversión, amor, traición, y más. Las escenas grupales tuvieron marcados contrastes, algunas de ellas muy bien ensayadas, con unísonos prolijos, mientras que otras se vieron muy desordenadas. La cantidad de variaciones solistas permitieron (además de ir fogueando a los intérpretes) el destaque de Camila Bocca y Macarena Giménez (Medora), ambas bailarinas son encantadoras, sólidas técnicamente y gráciles. Bocca más desafiante con las exigencias técnicas, Giménez con un magnetismo que atrapa al espectador. Juan Pablo Ledo (genial composición del personaje, un partenaire sólido que siempre ayudará a su compañera) y Maximiliano Iglesias (Conrad), Jiva Velázquez y Luciano García (Alí), Iglesias y Alejo Cano Maldonado (Lankendem), Emilia Peredo Aguirre y Ayelén Sánchez (Gulnara). Edgardo Trabalón y Emanuel Abruzzo (Birbanto) y como odaliscas Georgina Giovanonni, Peredo Aguirre, Caterina Stutz, Sánchez, Natalia Pelayo (siempre se agradece su entrega), Paula Cassano, Ludmila Galaverna y Camila Bocca.

 

A continuación, se mostró un programa bien estadounidense bajo el título Noche Clásica y Contemporánea, con obras que aquí en el Sur resultan novedosas, pues la mirada del Teatro Colón y de su ballet más precisamente, ha estado puesta preferentemente en Europa y Rusia desde su fundación. Así se pudo ver Allegro Brillante de 1956 (George Balanchine), Fancy Free de 1944 (Jerome Robbins) y Clear de 2001 (Stanton Welch), esta última con momentos profundamente emotivos, sobre todo el dúo final con amorosa poética. Las tres piezas de base clásica, significan un gran desafío de estilo y de técnica para los bailarines argentinos.

Decididamente las personalidades y versatilidad de nuestros intérpretes se lucen en escena cuando están bien preparados, con esmero y pasión por la tarea del repositor/ensayador, sorteando exigencias hasta entonces desconocidas. El cuerpo de baile en su conjunto se encuentra en un buen momento, para disfrutar cada una de sus presentaciones.

El próximo programa será La Sylphide, en agosto, con Herman Cornejo como invitado especial, junto a Misty Copeland.