Un Artista Versátil

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El elenco coreográfico en un ensayo en la rotonda del Teatro Colón: Emanuel Ludueña, Emilio Bidegain, Gerardo Merlo, Matias Viera, Teresa Marcaida, Julián I. Toledo, Federico Amprino, Federico Cáceres, Margarita Wolff (asistente de coreografía), José Benítez. Abajo: Mauro S. Cacciatore, Juan D. Camargo, Carlos Trunsky y German Haro. Foto: Máximo Parpagnoli

Carlos Trunsky ha montado obras para los grandes teatros y compañías oficiales, y también en el circuito independiente. Acaba de ser reconocido por tercera vez en los premios Konex y en noviembre estrena la ópera Orfeo y Eurídice, como coreógrafo y régisseur en el Teatro Colón. De estas y otras cuestiones conversó con Balletin Dance

 

Orfeo y Eurídice es una de las obras clave del repertorio de la lírica, porque refleja el momento en que Gluck intenta despegarse de la tradición francesa. Es de gran preciosura y simpleza, pero lo realmente inconmensurable es el mito: es un estado de fascinación y locura; algo que te nombra, no hay forma de escaparle”, comenta Carlos Trunsky, con tranquilidad, eligiendo cada palabra.

 

¿Cómo es montar una ópera en el Teatro Colón?

CT. El Teatro define la programación, los cantantes y luego convoca a los directores. En general no aceptan que el regie traiga su propio equipo, pero como gustó mucho la adaptación de Cenicienta que hicimos en 2017, pudimos reincidir con Jorge López en el vestuario y Carmen Auzmendi en la escenografía. Felizmente yo pude construir mi propia visión de la pieza. Esta ópera en sí tiene mucha danza, pero usada de modo que tiende a alivianar la fuerza del mito. Yo decidí conformar un coro griego fuera de la escena y transferir esa corporeidad a los bailarines. Eso me dio la chance de desarrollar un aspecto dramático a partir de situaciones coreográficas conducidas por el argumento: que lo coreográfico y lo operístico se fundan y trabajen juntos. Como la programación del ballet es independiente de la producción operística, elegí a los bailarines a partir de una audición, aunque con muchos ya había trabajado. Sobre todo valoré su basamento clásico, contemporáneo y la capacidad de improvisación e interpretación. Además debían ser adultos porque trabajo con un desnudo completo.

 

Trunsky asegura que no echa de menos su labor como bailarín porque en algún momento aquello se convirtió más que nada en “alimento para el director”. Luego de pertenecer al Ballet Estable del Teatro Colón por más de 20 años, e incluso siendo miembro de la compañía, fue convocado como coreógrafo y director de escena, cultivando un reconocimiento por parte de la institución, que no se ha dado muy frecuentemente con otros bailarines.

CT. Los últimos directores no se han entusiasmado con incorporar coreógrafos argentinos. Hay una atención más puesta en lo internacional y en lo clásico. En otras épocas había más chance de alternar con miradas locales, contemporáneas, modernas o neoclásicas. También es raro que a un coreógrafo se le brinde la posibilidad de hacer una puesta en escena en ópera, creo que Alejandro Cervera y Mauricio Wainrot lo han hecho. En mi caso tengo una formación teatral, musical y coreográfica y un sentido muy claro de lo que se necesita, que me lo dio el oficio y la práctica.

 

¿Ya no hace producciones independientes?

CT. Hice mucho hasta que decidí no hacer. Porque requiere de un esfuerzo tan grande que resulta difícil empatizar. Seguramente en algún momento encontraré el cómo y volveré, ya que el deseo siempre está. También creo que han cambiado los intereses del público de la danza independiente, me parece que hay otras estéticas y no sé si la mía llega con facilidad al gusto del público actual. Por lo demás, cada situación y lugar te ofrece una posibilidad distinta: si las condiciones son aceptables puedo disfrutar del ámbito independiente tanto como del oficial. Depende también del tipo de búsqueda que quiera hacer. El teatro estatal te permite bucear en la medida en que podes convocar un grupo de bailarines, a un coro, una orquesta: es una gran chance.

 

¿Cómo se conjuga este panorama creativo con su labor docente?

CT. La universidad me parece una gran institución y yo me siento orgulloso de ser parte de algo que le ha permitido a la danza crecer. Me parece fantástico que el perfil de la Universidad Nacional de las Artes (UNA) sea distinto al del Taller del San Martín, o a la estética con que puede egresar la gente del Colón. A partir de la universidad se abrieron puertas a personas que no tenían oportunidad de hacerse del mundo de la danza y que son artistas estupendos. Me parece maravilloso que se haya sistematizado lo que antes los coreógrafos tenían que hacer intuitivamente. La universidad modificó esencialmente el panorama de la danza en la ciudad de Buenos Aires.

 

En la UNA dicta técnica de partenaire donde desarrolla una fusión entre varios conceptos devenidos del contemporáneo, del partenaire clásico y del contact, pero que incluye aspectos de teatralidad, espacio y música, enfocando en la idea de vínculo: “trato de que la noción de partenaire tire la mayor cantidad de vectores, en todas las direcciones posibles, y de incentivar al estudiante a que se vuelva autor y creativo de su propio trabajo”

 

Lo próximo

Intento producir sólo uno o dos proyectos al año. Estoy en algo nuevo pero aún no está confirmado así que por ahora es secreto. Por lo pronto, el 15 de noviembre se estrena una pieza llamada Afectos que monté para una compañía que adoro: el Ballet Contemporáneo del Chaco que dirige Mariela Alarcón.

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Gustavo Friedenberg es técnico en Medios de comunicación, Licenciado en Composición Coreográfica y Magister en Crítica y difusión de las artes, además de actor bailarín y director. Formado en Argentina y el extranjero, ha recorrido varios países trabajando para diferentes compañías y brindando asesorías, a la par que desarrollando sus propios proyectos (Japón, EEUU, Europa, Sudamérica y el Caribe). Como bailarín se ha dedicado profesionalmente al flamenco, desempeñándose también como docente de técnica y composición.