Alicia Alonso, nosotros.

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Alicia Alonso en la sala de ensayo del BNC. “Con su carácter fuerte, casi indómito, proyectó el Ballet Nacional de Cuba a todo el mundo”. Foto: Alicia Sanguinetti

Alicia Alonso, nosotros.

(21 de diciembre de 1920-17 de octubre de 2019)

“Con su partida física el mito se convierte en realidad”.

Miguel Cabrera, historiador oficial del Ballet Nacional de Cuba

 

Alicia Alonso fue un ícono cultural, social y político. Desde Cuba inyectó vida al arte clásico. Método y rigurosidad dramática. El Ballet Nacional de Cuba (BNC) y la personalísima escuela que ella supo crear influyeron en los cinco continentes.

Balletin Dance debe mucho a la maestra. Desde nuestro origen, hace treinta años, la prima ballerina assoluta se encargó de que integráramos cada delegación argentina que asistía al festival internacional de La Habana.

Agustina Llumá, fue quien más la trató. “Se cierra una era, no sólo para el ballet”, sintetizó la directora de Balletin Dance.

“Alicia fue también embajadora cultural de la Revolución Cubana. Sería ingenuo recordar solamente su talento de intérprete. Fue artista, fue maestra, gestora cultural y, cómo no, fue una revolucionaria. Así me gusta recordarla. De carne y no de mármol”, sentenció.

“Alicia fue generosa. Demostró que el ballet salva vidas. Inventó, condujo hasta el final y legó a la Humanidad el BNC. Sólo se puede sentir gratitud al recordarla”, agregó Martín Goyburu co-editor de La Revista Argentina de Danza.

No es el propósito de esta nota hacer un repaso de su biografía. Esas crónicas abundarán. Por cierto, Balletin Dance editó El Ballet en Cuba, Nacimiento de una Escuela en el Siglo XX de Miguel Cabrera, que ofrece un relato pormenorizado.

El BNC difundió miles de mensajes de todas partes que expresan el cariño, admiración y respeto. Son impactantes: www.facebook.com/balletnacionaldecubaoficial.

La artista fue velada el 19 de octubre en el hall central del gran Teatro de La Habana que lleva su nombre. Las flores desbordaron sus escalinatas. El féretro fue acompañado por estudiantes de la Escuela Nacional de Ballet, periodistas y artistas.

El cortejo fúnebre lo depositó en la Necrópolis de Colón. El reportero gráfico estadounidense Peter Turnley se encontraba en La Habana ese día. Publicó un portfolio de 17 fotografías en su página de Facebook: “la mundialmente famosa primera bailarina cubana, directora del Ballet Nacional de Cuba desde 1955, fue enterrada en un funeral nacional. Fue un día de gracia, belleza, emoción y memoria de la persona que personificó mucho de lo que es genial sobre el espíritu de Cuba y su gente”.

El mismo día de su muerte, el BNC bajo la subdirección de la bailarina Viengsay Valdés, actuó en la reapertura del precioso teatro Sauto de Matanzas. “Dedicaremos el año 2020 a homenajear a Alicia por sus 100 años. Nuestro mejor tributo es no parar nunca, continuar actuando sobre las tablas y demostrando todo el trabajo concebido por ella desde hace tantos años”, expresó.

“La constancia, exigencia, calidad interpretativa y técnica, la pasión por la danza contagiosa y la determinación de Alicia, son cualidades que pocas personas reúnen (…) Nuestras características propias de la escuela cubana de ballet fueron esculpidas en ella como modelo. Su gusto estético y temperamento hoy nos identifica en cualquier parte del mundo”, concluyó la heredera.

Desde Miami, el argentino Rodolfo Rodríguez, ex partenaire de Alicia en el BNC y creador del Ballet del Teatro Teresa Carreño de Venezuela, expresó: “Cuando me enteré lo de Alicia me senté, traté de controlar mis sentimientos y me salió esta reflexión muy personal: Alicia Ernestina de La Caridad del Cobre Martínez del Hoyo, sobrenombre: Unga. ¡Yo fui tu amigo Unga! Unga hizo a Alicia Alonso. Perdí a una buena amiga: fuimos amigos por afinidad. Fue mi suegra por… casualidad, mi pareja artística durante ocho años, amantes por la gracia del G2 y de Radio Bemba”, expresó jugando con el misterio, el genial bailarín.

El argentino estuvo allí cuando se creó la versión cubana de Giselle. “Un bello ejemplo de amor y talento, que con el tiempo se transformó en la producción emblemática del ballet en Cuba, con estilo y personalidad”. Esta versión no es fruto de un día de inspiración, explicó. “Tiene muchos padres. Alberto Alonso, Fernando, todos los que la bailamos. Y una sola madre: Alicia Alonso, un solo vientre: la Cuba de siempre”. Alicia Alonso se ha transformado en un mito, dice. “Para mi seguirá siendo Unga”.

 

Por su parte Julio Bocca declaró: “vengo a ofrecer mi corazón a Cuba, a toda su gente, por esta pérdida tan incalculable de este ser humano y artista. (Alicia) me abrió su alma, su corazón y sus brazos me acogieron en un abrazo caluroso como una madre puede dar. Estará siempre conmigo, en mis enseñanzas y en la transmisión de este arte maravilloso que es la danza”. En diciembre Bocca trabajará como maestro y ensayador del BNC en La Habana.

La directora del Ballet Estable del Teatro Colón, Paloma Herrera, también envió un mensaje. “Alicia Alonso deja una marca imposible de borrar en los corazones de todo el mundo (…) cambió la historia de la danza”. Paloma participó en varios festivales internacionales, por lo que se siente agradecida que Alicia Alonso le haya “abierto las puertas para poder bailar allí y acercarme a ese público tan maravilloso”.

Liliana Belfiore destacó el “aprecio y admiración” que la cubana le expresaba en cada encuentro. “¡Qué increíble pena! Creía que Alicia Alonso, como su danza, era inmortal. Su gran técnica, personalidad y determinación lo será por siempre”.

Para Alicia Sanguinetti, resignarse a su partida será difícil, sobre todo cuando “además de admirarla, compartí muchísimos hermosos momentos durante muchos años”. Todo lo escrito sobre ella “es poco”. Bien podría haber elegido quedarse como bailarina absoluta en el American Ballet, pero no, decidió volver a su querida Cuba y con total entrega dedicarse a ese BNC que tanto amó y con su carácter fuerte, casi indómito, proyectó a todo el mundo”. Nos emocionamos con sus interpretaciones “pero además nos hizo vibrar, cuando pudimos verla ensayando a sus jóvenes bailarines, trasmitiendo conocimiento, estilos, conductas y más, a pesar de sus dificultades. A todos nos legó su danza, su entrega y su ejemplo como artista y persona. Fue única y como tal perdurará. Su recuerdo y ejemplo nos ayudará a ello”.

“Proyectaba una condición sobrenatural, aún fuera de escena, que le permitió permanecer en un mundo figurado, sin perder nunca contacto con la realidad, en una suerte de intensa y permanente vivencia romántica”, señaló el investigador venezolano Carlos Paolillo. “Su legado pertenece a Cuba, Latinoamérica y el mundo. Lo superlativo de su baile, sus visiones sobre la creación coreográfica apegadas a los valores de la academia y a su intrínseco sentido de identidad, así como su efectiva concepción pedagógica, quedarán como trascendentales referentes para el ballet universal”, dijo el especialista venezolano.

Tamara Rojo, bailarina y directora del English National Ballet, es la artista internacional que bailó con mayor número de cubanos. Su pareja escénica con Carlos Acosta será una de las más recordadas de la historia. En declaraciones a la prensa, la española aseguró que Alonso fue “una bailarina de técnica incomparable en su época. Pero además fue una mujer de gran valentía y determinación, que superó muchísimas dificultades y que deja un legado extraordinario para Cuba y para el mundo del ballet”.

Joaquín de Luz, flamante director del Ballet Nacional de España, también mantuvo una estrecha relación con el BNC. “Se ha ido una grande, pero su presencia sigue en los escenarios y en nuestros corazones. Inspiración eterna para muchos que amamos este arte. Impulsora de una de las grandes escuelas de la historia (…) Tu eterna pasión sigue viva a través de las grandes generaciones que has impulsado. Tu leyenda continúa”.

 

De Cuba

“La vida me concedió el altísimo honor de compartir una cercanía de 51 años a su lado. Con ella aprendí también la confianza en los valores del pueblo cubano que la llevaron a la obra titánica de servir de ejemplo, de pauta para crear un monumento como el BNC y sobre todo forjar un aporte de Cuba a la danza mundial, que es la escuela cubana de ballet”, explicó Miguel Cabrera, historiador del BNC.

Orlando Salgado, partenaire de Alicia durante dos décadas subrayó: “me hizo conocerla bien, admirarla más y respetarla aún mucho más. Siempre se lo hice saber (…) Seres como usted no mueren, siguen presentes como un gran paradigma en este mundo. Los amantes de la cultura y la danza la reverenciamos y le debemos mucho. Tenemos que seguir sus enseñanzas y comprometernos a cuidar su gran obra y que su legado perdure. Usted siempre decía que viviría 200 años, pues no, usted vivirá para siempre”.

José Manuel Carreño, bailarín cubano y exdirector del Ballet de Monterrey (México), dijo que “la muerte de Alicia es una pérdida universal, hoy se desaparece de nuestra existencia carnal la semilla promotora de nuestra escuela cubana de ballet, que espero perdure muchos años más… Gracias Alicia. ¡Tu perseverancia, disciplina y amor nos guiará por siempre!”

Carlos Acosta señaló: “…Alonso se impuso a todas las barreras que decían que el ballet era un arte de países desarrollados, que el físico y el temperamento latino no se ajustaban a los requisitos de la danza clásica. Todos estos prejuicios fueron demolidos cuando Alicia Alonso entró en la escena. Impuso su nombre latino, su físico, su personalidad (…) Junto a los artistas de Cuba, seguiré trabajando para que nuestro país siga creciendo. Creo que esa es la mejor manera de honrar su nombre”.


Vivencias

Por Agustina Llumá

Recuerdo vívidamente cuando vi bailar a Alicia Alonso por primera vez, en el Teatro Colón. Corrían los años 80 y yo comenzaba a tomar clases de danza. Mi habitación estaba empapelada de posters con fotos de ella y del BNC firmadas por Alicia Sanguinetti. Jamás hubiera imaginado entonces que la fotógrafa terminaría siendo mi amiga. Menos aún que llegaría a pasar tiempo y compartir conversaciones con la propia Alicia Alonso.

En 1987, mamá tomó contacto casualmente con funcionarios de la embajada de Cuba en nuestro país. Ellos le contaron que podía tomar cursos en el Cuballet que se realizaba completamente en el Gran Teatro de La Habana. Ella no dudó. Viajé por primera vez a la isla con 16 años, sola y llena de expectativas. Los geniales maestros prepararon Don Quijote completo que bailamos en la Sala García Lorca, protagonizado por nuestra compatriota Marcela Goicoechea.

Allí Alicia nos dio una clase magistral. La veo como proyectada en la pared mientras escribo esta nota. Nos habló de las diferentes formas de abordar cada obra del repertorio clásico tradicional. Acompañaba la lección con su cuerpo, interpretando los mismos gestos y movimientos, completamente diferentes según el estilo de cada coreografía.

Diez años más tarde, siendo ya directora de Balletin Dance, recibimos la primera invitación de la maestra para cubrir el Festival Internacional de Ballet de La Habana, con todos los gastos pagos. Esa invitación se repitió cada dos años hasta el año pasado.

Lo que hallamos en aquel primer viaje junto a Martín Goyburu nos sorprendió. Nos abrió la cabeza.

En este tiempo tuve ocasión de conocer y comprobar la veracidad de todos los mensajes de agradecimiento y admiración que el mundo expresó ante su partida.

Siempre volví de La Habana re-energizada. Llena de entusiasmo y convicción sobre las posibilidades de cumplir utopías. Indispensable para llevar adelante una pyme en la Argentina. Cada noviembre de año par volvía a estar convencida de que cualquier esfuerzo valía la pena. Y que en realidad… no era tanto sacrificio si Alicia había pasado hasta la guerra fría y el “período especial”. El arte cumple una función social de imprescindible envergadura, me decía. Balletin Dance es parte de ese aporte.

Allá en Cuba se logró lo impensado: un pueblo completo conocedor del ballet clásico. Todos en la calle hablan de los bailarines, de las coreografías, de sus favoritos. Todos en Cuba conocen a Alicia Alonso, a Alicia. Niños, jóvenes y adultos reconocen su tarea que posicionó al país en el mundo entero. Ser bailarín en Cuba es tan importante como ser médico o arquitecto: es honorable que en la familia un niño quiera estudiar danza.

Y lo llamativo de esta realidad latinoamericana no fueron solamente los inicios (tan deslumbrantes) que Alicia, Fernando y Alberto fundaron, sino la continuidad en el tiempo. Aquella semilla inicial se consolidó en miles y miles de estudiantes, público y profesores, que continuaron evolucionando con convicción, profesionalidad, amor y tenacidad, durante varias generaciones, esparciéndose en todo el mundo.

En los festivales Alicia organizaba un almuerzo para los periodistas especializados que llegábamos de diferentes continentes. Yo solía ser la más joven. Allí la perfecta anfitriona, acompañada siempre por Pedro Simón, su marido, debatía sobre la actualidad, el arte y el ballet en general.

Súper culta y de fuerte personalidad, no dejaba pasar detalle dentro de las tertulias que siempre resultaron breves. Ella decía que viviría 200 años y como señaló Orlando Salgado: “pues no, subrayo yo; maestra: usted vivirá para siempre”.