Julio Balmaceda murió el 15 de noviembre de 2019. Referente del tango-baile, considerado uno de los maestros más importantes del mundo debido a su estilo y pedagogía únicos.
Aprendió sus primeros pasos de tango de su padre, el legendario Miguel Balmaceda, y durante muchos años lo acompañó y ayudó en sus prácticas. Luego de su muerte en 1991, Julio se hizo cargo de las clases en las escuelas de tango más prestigiosas de Buenos Aires. En 1993 abrió el Parakultural con Omar Viola y en 1995 fue invitado a participar en la película Evita de Alan Parker. Fue considerado el milonguero más joven de su época.
Comenzó su carrera profesional en 1996 junto a Corina De La Rosa, liderando las nuevas tendencias del tango junto a la elegancia tradicional del tango de salón. Combinaban fluidez, sutileza, energía y dinámica. Fueron la pareja solista de la Color Tango Orchestra. En 1998, formaron parte de la exitosa producción de Broadway Forever Tango (nominado al Premio Tony por La mejor coreografía). En 1999, fueron invitados a bailar en el Carnegie Hall de Nueva York, junto a Gary Burton, Pablo Ziegler y Paquito D´ Rivera, en homenaje a Astor Piazzolla.
En 2008 coreografió su propio programa Corazón a Corazón en Tarbes, Francia. Durante 2011, interpretó y coreografió el musical Tita, una Vida en Tiempo de Tango dirigido por Nacha Guevara en Buenos Aires y fue nominado a los Premios ACE como coreógrafo de musicales. En 2013, participó en el espectáculo Tango Tranzas en Sydney, Australia. Desde 2003, fue jurado del Festival y Mundial de Tango de Buenos Aires.
Comenzó a bailar con Virginia Vasconi en 2015, juntos crearon un particular estilo que combinaba elegancia con técnica, y elasticidad con fuerza.
Dijo Andrea Castelli: “Es un día triste para el tango y su danza de todos los tiempos, se fue Julio Balmaceda. Junto a Corina De La Rosa formaron una de las parejas del más sólido estilo tanguero que a la vez, renovó no solo las pistas, sino la escena de nuestro baile.
Es triste cuando muere un bailarín. Es difícil imaginar la quietud, el descanso en los cuerpos de quienes bailan y nos elevan con su danza. Lo veremos siempre con su aplomo, en sus maravillosos giros, su inigualable pisada y en los ojos de su Alma”.