Don Quijote
El Ballet Estable del Teatro Colón dirigido por Maximiliano Guerra, inició su temporada anual a fines de abril, con su propia versión de Don Quijote. La cuarta producción firmada por el director desde que asumió su cargo a comienzos del año pasado, es sin dudas la más completa de todas. Guerra incorpora a Miguel de Cervantes en la escena, usado a modo de hilo conductor de los diferentes cuadros, que finalmente solo sirve para confundir un poco más la trama: el arte de la composición no es tarea sencilla, y no alcanza con usar buenos ingredientes sino que depende de cómo se combinan. La obra llena de color, alegría y ritmo español, resultó aburrida, y la orquesta no ayudó en mucho. La producción de nuestro primer coliseo fue muy pobre, en materiales y en ingenio, con escenografías que parecían incompletas y vestuarios casi harapientos, que bien podrían haber sido el resultado de la recolección de diferentes puestas. Esta obra recortada, en horario matutino y con la incorporación de un presentador, se dio también en el marco del ciclo Vamos al Colón, con su nuevo abono Colón en Familia (Mi Primer Ballet).
Sin dudas llamó la atención la elección del reparto: nuestros primeros bailarines varones, apenas aparecieron en roles de bailarines solistas y lo hicieron muy bien como era de esperarse. No es necesario remitirse a los usos y costumbres de toda compañía de ballet clásico, a la tradición del mundo del ballet, donde las jerarquías (como en muchísimas instituciones) tienen un peso, un valor, y se consiguen (al menos en este caso), con méritos, logrados por el talento. Esta decisión no ha sido más que una falta de respeto hacia nuestros artistas, incomprensible desde todo punto de vista, más allá de que en el programa de mano hayan aparecido (por primera vez en este coliseo) como “primeros bailarines de la obra”, quitando los cargos que figuraron hasta hace poco.
Fueron apenas cinco funciones, una de ellas cerrada para el sponsor principal del coliseo; las restantes cuatro fueron protagonizadas por Nadia Muzyca y Edgardo Trabalón una noche, y Carla Vincelli y Emmanuel Vázquez las otras tres (este último reparto fue el que presenció quien escribe). Este último bailarín argentino, egresado del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, actuó como invitado, pues es solista del Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile. Un joven con muchísima capacidad, técnica, con un futuro promisorio, pero que debutaba en el rol de Basilio, y que lamentablemente no fue bien preparado para su interpretación. El resto de las actuaciones del elenco, fueron todas satisfactorias.