Synopsis Tango propone un recorrido por cinco sentimientos que anidan en lo profundo del ser humano: amor, miedo, ira, alegría y odio
La primera reflexión que dispara Synopsis Tango es que resulta cada vez más difícil crear un espectáculo verdaderamente original dentro de este género. La referencia no alcanza sólo a este show ideado por el bailarín cordobés Cristian Correa, sino que viene a cuento también de otras propuestas que se vieron en el último tiempo en Buenos Aires. Es un verdadero desafío diferenciarse de tal modo que no sea la espectacularidad de los trucos o un buen diseño de vestuario o de luces lo que eleve a una obra por sobre el resto.
Hecha esta salvedad, vayamos a Synopsis Tango, cuyo hilo conductor son cinco sentimientos que anidan en lo más profundo del ser humano. Presentados como compartimentos estancos, sin conexión entre sí, cada uno de los segmentos le fue confiado, desde la creación coreográfica, a distintos integrantes del elenco de ocho bailarines.
Para hablar del Amor, Rocío García Liendo y Juan Pablo Bulich toman como punto de partida la imaginaria estación ferroviaria en la que situaron el tema que los consagró Subcampeones del Mundo en 2015. Ubican allí a todas las parejas atravesando el trance del adiós. La valija actúa como conector de esas historias de desgarro amoroso y esperanza de un futuro reencuentro, que la muy buena voz de Nayla Danchuck subraya al interpretar Acompañada y Sola, el tema de Chico Novarro.
El nervio piazzolliano actúa como sustento sonoro ideal para que Yesica Lozano y Eber Burger se refieran al Miedo que acecha a las personas desde dentro y desde fuera de sí mismos. Amenazas reales e imaginarias que anidan en un ámbito lúgubre, agitado por telas oscuras que diluyen los límites. La pareja protagónica, de inquietante estilo, entrega proezas con forma de trucos que verdaderamente cortan el aliento.
Tal vez el segmento más luminoso del show, Alegría fue coreografiado por Leah Barsky y Cristian Correa y reúne temas clásicos del género tanguero (Milongueando en el ’40, Mala Junta) con un ramillete de milongas interpretadas por las cuatro parejas con simpatía y desparpajo. Si bien todo el espectáculo luce muy bien vestido (confecciones a partir de diseños del propio Correa), sin duda son estos trajes y vestidos los más vistosos y atractivos.
La misma dupla de coreógrafos, junto con Juan Manuel ‘Manuco’ Firmani, explora la técnica contemporánea en el segmento titulado Odio. En este punto, la altísima exigencia de las escenas anteriores entra a jugar en contra del rendimiento de los bailarines.
Como si se tratara de un espectáculo aparte, ya sobre el final y representando el sentimiento de Ira, irrumpen en escena cuatro malambistas (Gonzalo y Lucio Leiva, Marcos Olivera y el pampeano Gonzalo ‘Pony’ Molina, Campeón Nacional de Malambo 2011), que en un breve número de fantasía de bombos y boleadoras cumplen sin sorprender. La inclusión del folklore for export en shows de tango debería tener, al menos, una justificación más sólida.
Es encomiable, de cualquier modo, el esfuerzo de Cristian Correa por salir al ruedo con una propuesta con músicos en vivo, una iluminación trabajada (obra de Favio Cuello) y la entrega a destajo de los ocho bailarines de tango.