Una de las caras o facetas de lo heroico es el hacerse cargo de una necesidad de muchos, y esta especie de responsabilidad suele ser ineludible. En el Centro Cultural de la Cooperación se presentó Heroniña, un espectáculo de danza creado e interpretado por Fabiana Capriotti, con la colaboración de Carlos Casella, Lucía Disalvo y Marina Giancaspro como directores asociados

 

La heroicidad de esta heroína-niña, más allá del matiz de comic que invoca su nombre, radica en ser una suerte de heroica asunción de sí. No la totalidad de quien se es pero sí, radicalmente, un centro o eje de cómo se está en el mundo.

Con diversos modos de aproximación a su corporeidad, el personaje propuesto hace un registro de sí, sensible, de acciones concretas. Desde la percepción más elemental y básica la heroniña se toca, se huele, se presiona, se ausculta, se chupa. También se da a la fuerza de sus acciones, probando su peso, que en definitiva es el efecto de la gravedad en nosotros, y sus resistencias a la caída. Y, completando su ciclo de reconocimientos, experimenta sus acomodaciones e imposibles sostenes respecto del equilibrio y esfuerzos de impulso, locomoción y descanso. Todo esto, continuamente, con una mirada que ve, atenta, el ámbito inmediato en derredor como asimismo da tempos a una visión introspectiva de sus tránsitos en su cuerpo.

Estos desarrollos, directos, eminentemente movientes, se cruzan con emotividades que se exponen, por un lado, con asociaciones a canciones en las que se tematiza el amor y, por otro, con relaciones con lo otro elemental, con y contra efectos de un afuera que, simplemente estando presente ya es una posible amenaza. Sintetizado este afuera en un listón de madera (el típico de 2×1 pulgadas por 3 mt), apenas aguzado toscamente en un extremo. Tanto metáfora fálica como básico objeto en el mundo, en la exterioridad de la heroína, el listón, frontalmente tomado y luego utilizado, es percibido, enfrentado, tanteado, resume lo otro que condiciona y se opone, algo a lo que se enfrenta el personaje y que lo modifica: posibles dolor, intimación, defensa, carga, aparecen entre los muchos desprendimientos de significado sugeridos.

Y, en una tercera instancia a ciegas, el cuerpo de la heroica, allí, nuevamente se ajetrea y tambalea, se prueba, persiste en estar: ¿lastimado, sufriente?, ¿anestesiado, consciente de su límite?

En función, con estos escuetos argumentos, en una escena casi pelada, Capriotti puso en juego ricas variaciones en movimientos, amplios despliegues en secuencias al borde de ser congruentes como formas cerradas que se manifestaron en improvisación contrastada y abierta al registro de sí, ese reconocimiento como objeto central del trabajo.

Heroniña, como propuesta comunicativa, dejó ver aspectos o zonas de una heroicidad muy básica: aquello que tiene que ver con tomar-se a conciencia por estar en el mundo, respirar-se, palpar-se y más exámenes de sí y la circunstancia de estar, como si esta heroína nos trajera a cuento que a todos nos acontence una responsabilidad de cómo andamos por aquí, por el mundo.