Con viento a favor, las argentinas Souhair Nemesis y Brenda Diaz, saben cómo navegar con estilo propio el Nilo turquesa, sin obviar las tradiciones egipcias. Dos generaciones, la misma danza y sueño: danza árabe en tierras faraónicas
El Cairo, La Meca de la danza del vientre, es tan diferente a su Argentina natal, como los egipcios tan distantes en gustos y cultura. Vivir de la danza en uno y otro no se asemeja en casi nada. ¿Será que bailar con músicos en vivo cada noche en un hotel cinco estrellas, un restaurante flotante en el Nilo, dar clases en inglés o árabe, te hace olvidar el dulce de leche? ¿Será que compartir tu danza en festivales internacionales de Europa y Asia, tener tu música especialmente compuesta y participar de video clips y películas de cine y tv, substituye el asado de (del) domingo con la familia?
Souhair Nemesis es la profesional argentina que primero supo vivir en Medio Oriente, en los ‘90. Volvió a casa como profesora, dueña de restaurant y productora del programa de cable Marhaba, para volver a emigrar a su amado Nilo, donde se dedica a recibir estudiantes, organizar viajes y galas. Es hace diez años profesora del primer festival de danza de Egipto Ahalan Wa Sahlan. La Faraona, como es llamada en tierras porteñas, incluso se luce actoralmente en una obra teatral.
En el país que desarrolló esta danza, las bailarinas extranjeras, por un lado son criticadas por no expresar la esencia oriental. Y por otro, son aclamadas por la excentricidad y la innovación que traen. Desde sus comienzos, a principio del siglo XX, El Cairo vio llegar de otras latitudes intérpretes para el Raks El Sharky (danza oriental, en árabe). Existen quienes las reciben sorprendidos y orgullosos porque su arte tiene expansión mundial, pero también aquellos que prefieren lo autóctono, o los que consumen danza sin ver con buenos ojos a sus profesionales (que no estarían satisfechos si alguien de su familia se dedicase a ello).
Brenda Díaz se especializó en danza del vientre, formó su escuela, se estableció como bailarina del extinto restaurant Al Shark y viajó a estudiar al país de las pirámides en dos oportunidades. En 2014 fue la única latinoamericana seleccionada para Rakeesa, concurso televisivo liderado por la diva Dina Talaat, en el que finalizó en quinto lugar ganando muy alta estima para el público egipcio conocedor. Actúa en videoclips e incluso participó allá en una película. Sin duda su estilo moderno, con movimientos y trajes osados, está de moda dentro y fuera de Egipto.
Nuestras representantes coinciden en que esta profesión en Egipto tiene otras improntas y se encargan de achicar la frontera aprendiendo todo lo que pueden del pueblo y los artistas. La opinión que tienen de la danza y las bailarinas las clases sociales bajas (cercana a la prostitución), es completamente antagónica a la de la alta sociedad, donde nuestras artistas son verdaderas estrellas.
Aun así, hay que atender las normas locales y siempre que se pueda, volver al terruño a tomar unos mates.